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Así fue la conmovedora despedida de un policía asesinado en Guayaquil
Los familiares estuvieron en el Cuartel Modelo, donde fue llevado el cuerpo del cabo segundo Byron Javier Vera Avilés.
Génesis está al inicio del camino. No reacciona. Poco entiende del protocolo que tiene frente a ella.
Está rodeada de policías. Conoce cada trazo de ese uniforme, la gorra, los zapatos, porque son las mismas prendas que usaba su esposo, el cabo segundo Byron Javier Vera Avilés.
Dentro del Cuartel Modelo, norte de Guayaquil, algunos agentes se le acercan y le dan las condolencias. Ella asiente cabizbaja.
Luego, le dan aviso que el comandante de la zona 8, William Villaroel, entregará el féretro de su amado. Reacciona un poco. Alza la cabeza y asiente, con signos de tristeza en sus ojos.
El plan se pone en marcha: ella debe caminar unos pocos pasos en medio de dos agentes, quienes la pondrán frente al comandante. Atrás de ella, en el ataúd, está Byron, cargado por cuatro policías.
Para ella es impensable que los escenarios sean tan cambiantes: poco antes del mediodía, Vera había llegado a su hogar luego del turno. Salió un momento en su moto y cuando volvió a saber de él, solo fue para saber que unos sicarios le propinaron 12 disparos.
Entre la última escena del Cabo Segundo en su hogar y la imagen de Génesis con su féretro atrás de ella pasaron seis horas.
Según el Comandante, el agente fue asesinado en el sector Isla Trinitaria norte, en la cooperativa Jacobo Bucaram. También expresó que el gendarme no tenía hijos.
Cuando ambos están frente a frente y suena desde una trompeta la melodía fúnebre, Génesis se percata de que no es una pesadilla.
Su esposo fue asesinado. No lo verá más, tampoco sentirá sus abrazos ni sus besos; su voz pasó a ser un recuerdo y su ausencia una constante en su hogar.
Dos hombres fueron hallados muertos con mensaje que decía "vacunadores"
"Ay, mi amor, mi amor", repite con la voz entrecortada. Luego, un par de negaciones en seguidilla para finalizar con una mirada al cielo, intentando pensar que quizás él está ahí, en ese firmamento lejano.
Se desplomó. Las lágrimas solo eran el reflejo de lo rota que está por dentro. Algo de consuelo encontró en los brazos del Comandante, quien la abrazó ante la conmovedora situación.
El camino debía seguir. En una pequeña calle, húmeda por las lluvias, 20 policías se repartieron en dos aceras.
Génesis fue el principio y final para Byron; ambos se amaron como mejor pudieron y fueron el soporte del otro.
Ahora, en ese largo camino que fue interminable para ella, acompañó a su mejor amigo en su última travesía.
El féretro reposó frente a sus ojos, con una bandera del Ecuador encima, al igual que su gorra.
