Continúa el 'sardinazo' en los nuevos troles

Ariana Almeida Martínez, Quito

Camila Luna ingreso a la parada Marical Sucre del Trolebús, ubicada en el centro-norte de la capital. Las unidades comunes del sistema de transporte público pasaban cada 10 minutos. "Iban colapsadas. Ni donde poner un pie", detalló. Sin embargo, su reto era embarcarse en uno de los cuatro biarticulados que el 14 de julio del 2016 recorrían el circuito del trole.

Luego de 35 minutos y un par de empujones ingresó al bus completamente llenó. En el interior, las ventilas permanecían cerradas y el aire acondicionado mitigaba muy poco el calor.

"Los jóvenes podemos resistir, pero me apena las madres, que llevan a sus niños en brazos y no tienen donde sentarse", agregó.

Una de ellas, es Jennifer Herrera, quien utiliza el articulado todos los días para cumplir con sus actividades. "Voy de sur a norte. Siempre parada. Acceder a un asiento a es casi imposible. Pese a que tengo mi niño, ni cuando estaba embarazada me cedían un asiento preferencial", relató.

Para ella, el hecho de que con un solo pasaje pueda trasladarse por toda la ciudad es un beneficio, pero la calidad de este medio "es pésima".

"No ha cambiado en nada, se supone que es para más personas, pero no se nota la diferencia por qué todos vamos amontonados", indicó.

Camila continuaba con el recorrido y vio a dos hombres ingresar en la unidad. "No les importa nada, empujan hasta las personas mayores para ponerse en el centro del trole. Ahí está un poco más flojo", precisó.

Las nuevas unidades fueron puestas en circulación a inicios de julio y para agosto 80 estarán en circulación. Su capacidad es de 250 personas y cuentan con nueve puertas.

Pese a estos beneficios Byron Meza no cree que sea un transporte integral. "Basta con ver el espacio entre el bus y la parada para entender que una silla de ruedas no pasa. Además, entre los empujones de los que se bajan las personas con discapacidad no tendrían chance de entrar", acotó el pasajero.