Amarilis Barbotó, habitante de la ciudadela Las Mercedes, a cinco minutos de Naranjal, siente que ha regresado a 1980, cuando fundaron aquel conjunto habitacional: no tiene energía eléctrica, hace fuerza para sacar agua y está completamente incomunicada.

Ella es una de las personas afectadas por el largo (“casi interminable”, dice) corte de energía que sufrieron los pobladores del cantón guayasense y sus alrededores, como el lugar donde reside Amarilis, además de las ciudadelas Nueva Unión y 6 de Julio.

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“Desde el día lunes (15 de abril) a las 18:00 que se fue la luz, no la ‘conocemos’. Tenemos, siquiera, 80 horas sin un poquito de energía y no sabemos hasta cuándo dure este apagón, porque hasta ahora (12:00 del jueves 18) no han resuelto nuestro problema”, afirma.

Su familia, compuesta por su esposo y una nieta, ya ha sufrido las consecuencias de la falta del suministro. Ella es la primera en decir que no ha podido escuchar nada de las noticias porque todos los aparatos electrónicos están descargados.

“Ningún teléfono me resiste tres días sin cargar. Mi nieta, como cualquier niño, quiere entretenerse aunque sea con el televisor y tampoco puede. Parece que he regresado en el tiempo, porque ahora me toca hasta sacar agua con balde del pozo”, cuenta.

Amarilis no ha sido la única que ha tenido que sacar ‘pepa’ en estos últimos días para bañarse, cocinar o hasta cepillarse los dientes. Su vecina Ivonne Barrera carga hasta dos baldes medianos con agua cada vez que necesita del líquido.

“Usamos bombas que funcionan con energía eléctrica para extraer el agua, y si nos la cortan, toca hacerlo como en el tiempo de los abuelitos”. Sin embargo, a las dos les preocupan más todos los alimentos que perdieron en estos días y el dinero invertido en la comida que compraron pensando en sus familias.

Ivonne afirma haber hecho todas las compras de la semana la tarde del sábado 13, dos días antes del apagón. Pero de esas fundas repletas de comida solo queda el hedor de los productos descompuestos, como en el caso de algunas carnes y lácteos.

“A la falta de energía hay que sumar las altas temperaturas, que no ayudan ni un poquito a mantener los comestibles. Hemos tenido que abrir las neveras para que el mal olor no se quede allí”, detalla.

Y mientras Ivonne y Amarilis perdieron ‘billullo’ comprando comida, Ángel Intriago perdió tiempo y un compresor valorado en 1.200 dólares. Él tiene un taller mecánico en la E25, a la que él conoce como la vía Panamericana, por la que transitan grandes cantidades de vehículos a diario.

“Todos las máquinas funcionan con energía y no he podido trabajar desde el lunes. He perdido, mínimo, unos 400 dólares solo en la parte de mecánica. Y en la parte de enllantaje (servicio que también ofrece), ni se diga”.

Ángel, quien atiende el negocio junto con otras seis personas, debía entregar la tarde del lunes un vehículo en reparación, pero le fue imposible debido a que el arreglo debía hacerse con soldadura y no cuenta con generador eléctrico. Él dice haber cotizado uno en su desesperación de querer trabajar.

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No obstante, es “demasiado dinero”. “Cuesta 3.500 dólares que ahorita, por los cortes, no hay. Para colmo, el automático de uno de los compresores se recalentó cuando la energía regresó anoche (miércoles 17) y se dañó todo”.

Otros comercios también sienten el ‘bajón’, entre ellos el de Carlos Díaz, situado en el casco comercial de Naranjal. En su caso, ha perdido casi 200 libras de pescado trompeta, que dice haber adquirido a 6 dólares la libra, para encurtir y servir ceviches. “Algo logré recuperar porque estaba al fondo del congelador, pero lo demás se echó a perder. Eso ya no me sirve en mi negocio”.

Pero lo que más le ‘duele’ fue haber encontrado 10 tarrinas de pulpa de cangrejo ya dañada, porque no se refrigeraron. “Es una proteína sensible y no se recuperó nada. Por suerte no había comprado albacora para el encebollado ni camarones, porque de lo contrario era más grande el perjuicio”.

Finalmente, él y Ángel dicen estar completamente en desacuerdo con la concesión de energía a dos cuadras del casco comercial, mismas donde se ubica el municipio del cantón.

“Ellos tuvieron energía antes. Si dicen que el transformador que abastece del servicio al cantón y sus alrededores se dañó, ¿qué pasó para que ese ‘corredor’ sí contara con luz? No es justo”, dice Carlos.

Él finaliza con un pedido para la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL EP): que se añada un descuento, adicional al prometido por el presidente Daniel Noboa, debido a todos los daños causados a los habitantes de Naranjal por los cortes de energía.

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