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El fallecido tenía un negocio de comidas rápidas en el noroeste de Guayaquil.Christian Vinueza y cortesía

La oscura realidad de la extorsión en Guayaquil: El caso de Marco Vinicio Jiménez

La esposa de la víctima confundió el sonido de las balas con truenos. Al levantar la cabeza, vio a un sujeto disparando contra su amado

El fuerte aguacero, acompañado de relámpagos y tormentas eléctricas, que cayó la noche del miércoles 2 de abril sobre Guayaquil hizo que la esposa de Marco Vinicio Jiménez Barba confundiera los disparos con un trueno.

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Sin embargo, al levantar la cabeza, vio que Marco, de 42 años, estaba siendo baleado por un sujeto que se acercó por la espalda mientras él arreglaba la puerta de su vehículo.

El hecho se registró a las 22:30 en la cooperativa Nueva Prosperina, ubicada en el noroeste de Guayaquil, el sector con el mayor número de asesinatos en la ciudad y el país.

Jiménez Barba era oriundo de la provincia de Loja y llevaba 19 años residiendo en el Puerto Principal. Desde hace siete años se ganaba la vida vendiendo comida rápida en una carreta ubicada a seis cuadras de su casa.

Los familiares de Mario Jiménez llegaron a la morgue para retirar su cuerpo.CHRISTIAN VINUEZA

La noche del miércoles, junto a su esposa, había regresado a su hogar cuando ocurrió el ataque.

Entre lágrimas, la mujer relató que ella lo alumbraba con la linterna del teléfono mientras él arreglaba la puerta del auto, del lado del conductor. Cuando escuchó el primer estruendo, pensó que era un trueno, ya que llovía torrencialmente en Guayaquil.

“Mi esposo solo alcanzó a decir ‘me dispararon’. Le propinaron al menos cuatro tiros. Desde hace dos años somos víctimas de extorsionadores; nos piden $350 en juguetes para diciembre y comida diaria. Pero hace dos semanas, integrantes de otra banda también comenzaron a exigirnos dinero. Querían $250 como cuota inicial y $75 semanales. Mi esposo se negó a pagar”, contó la mujer entre sollozos.

Según el relato de la viuda, el crimen de su esposo ocurrió en presencia de sus hijos, quienes, desde la ventana, observaban cómo su padre arreglaba su carro. (AEB)

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