En el Centro de Privación de Libertad Cotopaxi, desde hace ocho días, los familiares de personas que cumplieron sentencias por contravenciones y ya cuentan con boletas de libertad no han podido ver a sus seres queridos debido a la crisis carcelaria. Ahora que las Fuerzas Armadas han tomado el control de la cárcel, esperan que finalmente puedan ser liberados.

Tereza de Venegas anhela con impaciencia poder ver a su hijo, quien fue detenido por deudas de alimentos, salir por la puerta de la cárcel de Cotopaxi. Aunque hace ocho días le emitieron la boleta de excarcelación, hasta este lunes 15 de enero no se ha hecho efectiva. La angustiada madre se pregunta quién será responsable si algo le sucede a sus seres queridos. Intentó obtener una respuesta del gobernador de Cotopaxi, Iván Navas, pero no pudo contactarlo porque no estaba en su oficina.

"Mi hijo ya tiene la boleta de libertad, y no tengo respuesta de las autoridades", afirmó la progenitora. Los familiares de las personas que tienen boletas de libertad y aún no han salido del Centro de Detención Provisional (CDP) buscarán la mediación del obispo de Latacunga para agilizar los trámites. "En otras ciudades, los obispos han sido garantes de paz y han participado en las conversaciones para lograr libertades".

Con los ojos llorosos, doña Tereza expresó que espera que esta angustiosa espera llegue a su fin. Desde el 8 de enero, esperan poder volver a ver a sus seres queridos. Han permanecido frente al Centro de Privación de Libertad durante horas, días y ahora semanas, con la esperanza de que finalmente serán liberados. A pesar de que los militares tomaron el control de la cárcel de Cotopaxi, aún no ha sido posible.

Nelly Chicaiza relató que su esposo cumplió su sentencia de contravención el pasado martes 9 de enero, pero aún no ha sido liberado. Exige ayuda para agilizar el proceso, ya que lleva cinco días detenido. Desde el domingo 7 de enero, un día antes del amotinamiento, fue la última vez que tuvo contacto con su esposo, y desde entonces no sabe nada.

"Lo único que sé es que no tiene comida ni agua, lo cual me preocupa. Por eso, pido a las autoridades que nos ayuden a lograr la libertad de todas las personas que han cumplido sus sentencias en el CDP", señaló.

Esta mañana, acudió al complejo penitenciario con la esperanza de obtener respuestas de los militares, pero no fue atendida. Por esta razón, decidió dirigirse a la Gobernación.

Luis Hernández también espera ansiosamente poder abrazar a su hijo, quien fue detenido por una pelea. Aunque debía ser liberado el lunes 8 de enero, hasta el momento no ha ocurrido, a pesar de contar con la boleta de excarcelación. Su mayor preocupación es que su hijo no se ha alimentado adecuadamente.

El sábado recibió una llamada de su hijo, quien le explicó que durante los días de amotinamiento ha comido solo una o dos veces al día.

En la puerta de la Gobernación, los familiares lograron hablar con el gobernador, quien no proporcionó una respuesta clara a sus solicitudes.

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