Los familiares de un niño de 11 años, que estaba supuestamente poseído por el demonio, viajaron la tarde del pasado viernes desde la capital hacia La Maná, en Cotopaxi, en busca de un curandero.

Gastaron todos los recursos, desde el pasado domingo, cuando el pequeño empezó a comportarse extraño, según el padre del menor de edad, Rubén (nombre protegido).

Primero fueron a donde un pastor evangélico quien, junto a otros moradores del sector, oraron por el adolescente. Luego acudieron a donde un médico porque creían que tenía problemas en el corazón, pero ninguno pudo determinar qué mismo pasaba con él.

No sabían por qué quería lastimarse y también a sus hermanos. Desconocían por qué balbuceaba cosas sin sentido, pero sobre todo, tenían miedo de que el adolescente estuviera endemoniado porque, según el pequeño, luchaba en su mente contra un ‘brujo’ para que no le hiciera daño a él ni a su familia.

Por eso, su padre lo llevó a La Maná, a donde un chamán recomendado por sus parientes.

El hombre, quien trabaja como albañil, lloró antes de partir a Cotopaxi. “Pagaría lo que fuera para que mi hijo se cure”, dijo.

Tenía incertidumbre, pero sabía que esa era la última alternativa para que el pequeño volviera a ser como antes.

La curación

El chamán que los esperaba estuvo preparado para la ocasión luego de que Rubén, vía telefónica, le contara todo. Preparó plantas amargas y dulces para realizarle unos baños purificadores.

También tenía listos medicamentos con componentes naturales para que el menor siga un tratamiento luego de la limpia.

Diario EXTRA se contactó con Rubén para que contara cómo fue el procedimiento. El padre relató que el niño llegó agitado. Estaba nervioso y durante todo el camino continuaba hablando incoherencias y mencionando a dicho brujo.

El curandero, según Rubén, apenas vio al muchacho sintió una presencia maligna en el lugar e inició de inmediato el ritual. Le pasó el huevo, le fumó tabaco y le arrojó licor en todo su cuerpo para ‘curarlo’ de las malas vibras.

Luego atacó al brujo. Utilizó las plantas para ahuyentarlo. Duró aproximadamente cinco minutos y luego de eso, como por arte de magia, el semblante del guambra cambió. Su padre dijo que el chico volvió a sonreír luego de cinco días de haberlo visto demacrado.

Estaba un poco mareado por el humo y el licor del ambiente. Lo primero que le dijo a Rubén mirándolo a los ojos fue: “Me siento bien, ya no lo veo ni escucho su voz. Mi cuerpo ya no me duele”.

El progenitor se puso a llorar, pero esta vez, de la alegría. Aunque dice que permanecerá cerca de su vástago hasta que lo vea recuperado y jugando con sus hermanos sin el miedo de que los golpee. Además, como recompensa de su valentía, le regaló un perro para que pasara tiempo con él.

El hombre dijo que le querían vender la mascota en 80 dólares, pero que al contarle lo que había sucedido con su hijo se lo dejaron en $ 30.

Ayer, la familia regresó desde Cotopaxi hasta la capital y pasaron por Zumbahua para hacer compras y almorzar juntos.

Rubén piensa retomar las actividades escolares con su hijo que dejaron pendientes antes de que sucediera el supuesto hechizo.