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Diario Extra Ecuador

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“De nada me sirvió cuidarlo y encomendarlo”

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Carola Cáceres, Guayaquil
Quiere una dura sanción para quienes causaron el fallecimiento de su amado hijo. Aquel muchacho de 15 años, al que acompañaba a todas partes y a quien intentaba proteger de los peligros que rondan por la cooperativa donde vive desde hace cinco años, al noroeste de Guayaquil.
Como si intuyera que la muerte acechaba al chico, pasaba los días pidiendo a Dios, a sus vecinos y amigos que “echaran un ojito a su flaco” cuando este salía del colegio. Pero tantas atenciones no pudieron impedir que su pequeño perdiera la vida en una pileta del Malecón Simón Bolívar el 15 de mayo, tras una supuesta broma.
“De nada me sirvió cuidarlo y encomendarlo a todo el mundo. Al de allá, al de acá y a todo al que pasaba por mi lado le pedía que me avisaran de cualquier cosa”, recordó la mujer.
La mamá se había convertido en su amiga y confidente. Lo compartían todo, hasta sus salidas al malecón, adonde el fallecido acudía los fines de semana para departir con otros jóvenes sobre música rock y cómics anime.
“Aquel domingo estaba conmigo acostado y, a eso de las cuatro de la tarde me dijo: ‘Mami, me voy a pasear’. Siempre lo cuidaba  y lo acompañaba, pero como los amiguitos comienzan a molestar cuando lo ven con una empecé a soltarlo un poquito”, explicó.

Visita al lugar
La noche del 15 de mayo, la familia recibió varias llamadas, en las que se les comunicaba la trágica noticia.
La tía y el papá del adolescente fueron los primeros en llegar al malecón. No tenían claro lo que había ocurrido. Escucharon varias versiones, pero ninguna les dejaba claro cómo había muerto. “Cuando llegué, vi a mi sobrino tendido en el piso y cubierto. Lo destapé y tenía la cara ensangrentada, pero no había heridas. Parece que la sangre le había salido por la boca”, indicó la tía a EXTRA.
Inicialmente se informó que un joven de 21 años y otro de 16 supuestamente lo habían agarrado de los brazos y pies, lo habían hamaqueado y, acto seguido, lo habían lanzado a la pileta. También se indicó que, fruto de la caída, una luz se habría roto y le habría provocado una descarga eléctrica. Pero la mamá rechaza esta hipótesis porque, según el certificado de la autopsia, la víctima murió de “asfixia por sumersión”, es decir, por ahogamiento.
Ahora le cuesta entender cómo su hijo pudo ahogarse en una profundidad de tan solo unos cincuenta centímetros. De ahí que comience a elucubrar y piense que tal vez, cuando lo lanzaron, se golpeó, quedó inconsciente y aspiró agua que fue directa a los pulmones.
“No me quiero beneficiar de  la muerte de mi hijo porque a mí no me interesa la plata. Siempre lo saqué adelante con la ayuda de mi esposo, de mi madre y mis familiares. Y así seguiré. Solo quiero que investiguen quiénes causaron su muerte y paguen por lo que hicieron. Lo siento mucho, pero no me importa si fue su mejor amigo o un menor de edad”, sentenció.

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