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Diario Extra Ecuador

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¡Nunca pierde la esperanza!

Doña Fanny, de 87 años, trabajó toda su vida de sol a sol y requiere silla de ruedas.

Doña Fanny sostiene un cuadro con la imagen de su amado esposo, Amable Lata, hace poco fallecido.

Doña Fanny sostiene un cuadro con la imagen de su amado esposo, Amable Lata, hace poco fallecido.Stalin Díaz / EXTRA

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Fanny Condo Carguachi cumplirá el próximo 19 de febrero 87 años.

Y por la corta visión que tiene, debido a la avanzada edad y una enfermedad, debe caminar apoyándose en los muebles de su casa. El cansancio y el fuerte dolor en sus piernas son reflejo de los achaques de su vejez.

Hasta hace seis años, doña Fanny se dedicaba a la venta de periódicos en el sector de La Atarazana, norte de Guayaquil. “Me retiré por sugerencia de un médico de Quito, quien me dijo que ya mi edad no era para trabajar sino para descansar”, afirma.

La adulta mayor dice que para dejar de trabajar lo que pesó más fue la pérdida de la visión. “Ya no veía. Se me dificultaba para dar los vueltos, reconocer las monedas y los billetes”, asevera.

Pero una de las penas más profundas que vive desde hace poco es la muerte de su inseparable marido, Amable Lata, su compañero por más de 60 años, quien partió de este valle de lágrimas hace poco. Ella lo recuerda y lo llora. “Se me fue!”, dice con pena. Los espejuelos de sus gruesos lentes dejan ver su dolor reflejado en sus ojos.

Ambos ancianos dedicaron casi toda su vida al oficio de voceadores de periódicos.

“Vendíamos más de cien periódicos los domingos. Las jornadas empezaban a las tres de la mañana”, asegura la octogenaria.

Esa labor les permitió a los esposos criar y educar a sus cinco hijos, mantener un hogar y construir la casa en la que habita actualmente. Ese lugar que se convirtió en ‘el hogar dulce hogar’, una construcción mixta de ladrillos y madera edificada sobre una de las elevaciones de Mapasingue Oeste, sector Colinas del Hipódromo.

“Era un trabajo duro. Me ponía hasta 100 periódicos en la espalda. Los repartía de casa en casa y así iba suavizando la carga”, explica.

De esos tiempos en que sus padres eran ‘canillitas’, su hija Rosa Lata, de 57 años, recuerda mucho: “Mi papá me sacaba después a la medianoche para ir a esperar los diarios y empezar a repartir”.

Para la mamá esos días quedaron atrás. La debilidad de su cuerpo la hizo retirar. Fanny, quien después de haberle dedicado más de sesenta años a la venta de los diarios del país, solicita hoy a los lectores de EXTRA un apoyo humanitario: una silla de ruedas con la que mejorará su movilidad.

“Mi mamá cobra el bono, pero con eso cubrimos sus medicinas y cosas personales.

Ella tiene caída del vientre, que por su edad no puede ser intervenida con una cirugía. Requiere pañales y para todos esos gastos no alcanzan esos 50 dólares del bono”, acota Rosa, la hija.

La anciana se emociona al pensar que puede llegar esa ayuda a su hogar. “Cuando fuimos a enterrar a mi marido me tuvieron que coger entre dos personas para sacarme. Sola no puedo”.

(KSG)

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