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¡Dos familias no tienen dónde vivir!

Edisson Aleaga Ramírez, Guayaquil
Más allá de acostumbrarse, los habitantes de Guayaquil siguen asustados. Los dos sismos registrados durante la mañana del pasado viernes revivieron el temor entre la gente.
Ese día, muchos iniciaban su jornada de trabajo y obligados  por los protocolos de seguridad en sus respectivas empresas debieron evacuar casas y edificios por temor a que otro  movimiento telúrico sucediera.
Las cosas no fueron distintas en sectores como el suburbio de la urbe porteña. En esa zona, dos familias permanecen a la intemperie a la espera de un milagro caritativo que les permita habitar de nuevo sus humildes moradas.
Su casa se cae
Con una mezcla de impotencia y resignación, Gladys Cruz recorre la parte baja de la casa, que junto a su familia habitaban en el sector de las calles 39 y Callejón Parra. Esta construcción mixta y de dos plantas que albergaba a nueve personas está a punto de caerse.
La fachada, por ejemplo, está sostenida solo con una caña guadua y las tres paredes del piso superior, en donde vivía ella, todas se vinieron abajo.
“Cuando ocurrió el temblor del sábado, la casa quedó sentida y vimos como entre lo pilares quedaron unas grietas grandes. No podemos vivir aquí”, aseguró la afectada.
Por si fuera poco -durante el siniestro-, una máquina de coser que era usada para confeccionar ropa en un negocio del que dependían todos, terminó casi destrozada, gracias a los escombros que le cayeron encima.
A la vivienda ingresan solo para usar el baño. En la entrada principal, un colchón de dos plazas y media es la cama en donde por grupos se turnan para dormir y pasar la noche.
Por temor a que ceda la parte inferior de la construcción que aún sirve, alguien les dijo que busquen la manera de reforzar esas paredes  y cambiar por pilares los troncos que sostenían la estructura.
Gente de buen corazón en su barrio les regaló varillas de hierro y unos sacos de cemento. Con eso y la colaboración de un maestro constructor han podido hacer que el único patrimonio que tienen no desaparezca.
Quienes quieran colaborar con esta familia pueden comunicarse con Gladys Cruz al celular  096-850-3544.

 

Todos a la calle

A varias cuadras de ahí, en las calles 30 y Letamendi, la vivienda de la familia Campoverde no se cayó; tiene cuarteaduras, grietas grandes y uno que otro desprendimiento, pero, a pesar de que aún es habitable, no quieren estar ahí dentro durante las noches.
Eran las 20:00 del pasado viernes y esta familia empezaba el movimiento de parte de sus enseres;la casa se trasladaba a la calle.
Colchones, sábanas, sillas y un televisor, eran colocados en  la acera y cercados por tres sábanas que como cada noche  harían las veces de improvisadas paredes.
Lucía, de sesenta años, y madre de este clan, dijo que lo sucedido en esta última semana les ha cambiado el modo de vida. “Con los temblores la casa se ha ido afectando, por eso no queremos estar ahí adentro para dormir”, explicó.
Los Cruz y los Campoverde   son solo dos de las muchas familias que, aunque no vivieron la tragedia de Pedernales, Manta o Portoviejo, sufren con  su propio drama. En adelante, y con el miedo a cuestas, cada uno deberá reconstruir no solo su pedacito de vida entre ladrillos y cemento, tendrán que hacer lo mismo con la sensación de inseguridad de que en cualquier momento la tierra vuelva a temblar.