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Carlos Pólit Faggioni: “Si en este país todos son santos”
Con esta ironía, el reelecto contralor general del Estado evidencia que, pese a su gestión auditora, los implicados en hechos de corrupción no siempre reciben su castigo.

El contralor se declara amante de las bizcotelas Stella D’oro, acompañadas de un buen café expreso.
Se cuida mucho de lo que dice, sobre todo cuando se trata de nombrar a funcionarios públicos implicados en casos de corrupción en el Gobierno, porque la ley no se lo permite.
Sin embargo, en política, esquivar las preguntas comprometedoras es un arte y el manabita Carlos Antonio Pólit Faggioni, de 66 años, lo sabe. Más en un país en el que “todos son santos”.
Es precisamente esta ‘santidad colectiva’ la que empaña su tercera reelección como contralor general del Estado -todo un récord en el Ecuador-, la cual ha despertado suspicacias entre sus detractores, quienes sospechan que entre él y el régimen del presidente de la República, Rafael Correa, hay mucho más que una simple amistad, ya que varios de los informes con indicios de responsabilidad penal emitidos por la institución se han estancado en la Fiscalía.
Es viernes 17 de marzo y, antes de recibir a EXTRA en su despacho del norte de Guayaquil, el contralor atiende una reunión telefónica de auditoría a la Organización de Estados Americanos con sus colegas de Estados Unidos y Canadá.
La oficina es amplia y moderna, adornada con una réplica de la serie La Ternura, del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.
A la derecha de la mesa de trabajo, adornada con un busto de Eloy Alfaro, hay un rincón dedicado a las fotos del recuerdo de Pólit, entre las que destaca una en la que aparece en medio de Correa y del alcalde porteño, Jaime Nebot, el día que logró reencontrarlos durante la inauguración del edificio de la Contraloría, aquel 8 de octubre de 2015.
Cuelga el teléfono y pide agua y café para acompañar sus bizcotelas preferidas, Stella D’oro, que saca del cajón de su escritorio.
Se acomoda en su sillón reclinable y reconoce que tuvo ventaja sobre los demás aspirantes por sus diez años anteriores en funciones, por lo que defiende el proceso de selección que realizó una comisión del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, que lo calificó con 95 sobre 100.
Y aquí toma distancia con el oficialismo: “Participé en un concurso de una comisión ciudadana, que se elige a través de la presentación de una hoja de vida. No tengo ninguna relación con ellos”.
Recuerda que llegó al cargo en 2007, cuando el Congreso de la época lo eligió de una terna con las dos terceras partes. Lo hizo de la mano de Sociedad Patriótica (SP), partido que integró durante la administración del coronel Lucio Gutiérrez (2003-2005) -su gran amigo en esa época-, en la que se desempeñó como gobernador del Guayas, ministro de Bienestar Social y secretario general de la Presidencia.
Sin embargo, dice que una glosa por casi 800 mil dólares al fondo partidario de SP terminó su amistad con Gutiérrez: “Tuve llamadas de amigos mutuos que me recomendaban que revisara este tema, pero aquí estaban los recursos de los ecuatorianos (...) Había (en los gastos) viajes, operaciones vaginales, préstamos, compras de cosas que no tenían nada que ver con el fondo”.
Luego de la desaparición del Congreso y la conformación de la Asamblea de Montecristi, Pólit quedó encargado de la Contraloría, hasta que se formara el Consejo de Participación, que lo volvió a escoger por cinco años hasta 2012, luego 2017 y ahora 2022.
Confía en que los próximos legisladores viabilicen su pedido de restablecer la facultad que tenía la Contraloría para emitir informes previos a la firma de contratos entre el Estado y empresas privadas, así como también que se le permita identificar públicamente a los implicados en casos de corrupción para que la Fiscalía sea más efectiva en las investigaciones, competencias que paradójicamente se las quitó el mismo oficialismo en 2015.
¿Por qué deberían devolvérselas? “Porque no fue tan correcto haber quitado esa posición a estas instituciones”.
La mordaza lo acorrala otra vez y gesticula en exceso cuando se le pide que identifique a los sancionados en este régimen, pero nada, se le ahogan en la garganta. Solo asegura que un 60 % de los funcionarios del sistema petrolero ha sido sancionado.
Pero recalca con vehemencia que con el sistema anterior se logró evitar un millonario perjuicio al Estado en el aeropuerto de Quito, “cuando se estaban violentando las tasas públicas que fueron creadas por ley, cambiando las tasas a tarifas privadas”.
¿Y quién está preso por eso? “Nadie, si en este país todos son santos”, ironiza, mientras se levanta de su silla para agradecer la visita y ofrecer las bizcotelas “que cuestan dos dólares con cincuenta la caja en las tiendas de Estados Unidos”.
Las perlas del contralor
“De qué persecución hablan, qué temor tiene el presidente que diga a futuro de su gobierno...”
“En Guayas hubo 33 indicios penales que fueron archivados, porque los fiscales no encontraron indicios”
“Me encantaría darle, no uno, mil nombres de funcionarios que han sido señalados, desde la Asamblea de Montecristi...”