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¡Este es el licor de la muerte!
Dos personas han muerto en 2018 por el consumo de alcohol metílico. Según Fiscalía, el 90 % de los vendedores son de la tercera edad.

Medardo Lino enciende una vela todos los días en recuerdo a su única hija y, además, orando para que su sobrino no quede ciego.
Mientras su prima Nicole Lino, de 18 años, era sepultada en el cementerio Ángel María Canals, en el suburbio de Guayaquil, Carlos Lino, de 27, luchaba por su vida en el área de cuidados intensivos de una casa asistencial.
Dos semanas después, Carlos salió del estado crítico en el que se encontraba, pero los médicos lo sentenciaron con lo peor: en tres años podría quedar ciego. Era un viernes lluvioso. 2 de febrero, recuerda amargamente Medardo Lino, padre de Nicole. Esa noche, detalla, llegó a casa de trabajar y notó a su única hija dormida. La quiso levantar, pero apenas ella lo abrazó, le dijo que lo quería y sucumbió en sus brazos.
Nicole había bebido licor adulterado con alcohol metílico, según se dijo después en una discoteca en el centro de la urbe porteña. La joven, que apenas tenía tres meses de haber cumplido la mayoría de edad y un día de haber recibido los resultados de la prueba Ser Bachiller para ingresar a la universidad, salió a farrear con una amiga.
Horas después, su primo Carlos la fue a ver junto a otro amigo. Tomaron un par de cocteles y regresaron a la casa de Nicole, ubicada en las calles 47 y Rosendo Avilés, en el suburbio.
Cuando Nicole se desmayó, Medardo la cargó en los brazos bajo el aguacero de aquel día y la llevó hasta un centro de salud. Sus síntomas se produjeron pocas horas después de beber el licor ‘trucho’.
La joven fue ingresada, le dieron dos convulsiones y minutos después los médicos le notificaron a Medardo que su única hija estaba muerta. A la par que Nicole le expresaba a su padre por última vez cuánto lo quería, su primo y el amigo con el que estuvo en el centro de diversión estaban siendo ingresados en otros hospitales.
Horas después se confirmó la muerte de Marcelo Alejandro Silva, de 19 años, convirtiéndose en la segunda víctima por la ingesta de este producto en lo que va de 2018, en Guayaquil. El único sobreviviente fue Carlos. Sin embargo, los estragos por el licor continúan, asegura su tío Medardo.
“A veces él pierde la vista de la nada, se queda callado. Los médicos le dijeron que podía quedar ciego en tres años, por los efectos”, explica el papá de Nicole mientras señala una hoja con las metas de 2018 que planteó la joven en fin de año.
Fabricación letal
Pese a que en Guayaquil no se produce la ‘guanchaca’ o licor artesanal, el teniente coronel Galo Portalanza, jefe zonal de la Dirección General de Inteligencia (DGI) de la Policía, señala que sí se almacena y distribuye la bebida.
Portalanza puntualiza que el licor artesanal no es malo, pero en algunos casos, como no cuentan con registro sanitario, para aumentar la producción los fabricantes mezclan alcohol metílico, que es de uso industrial y sirve como disolvente.
Este ‘ingrediente’ no solo se aplicaría a la conocida ‘guanchaca’, sino también a ciertos tragos como whisky, vodka y ron, adulterando el producto. Esto estaría sancionado por el Código Orgánico Integral Penal, añade el uniformado.
Debido a que el trago deja de ser ‘puro’, los costos se abaratan. “Un galón cuesta ocho dólares, una botella similar a la de agua, $ 3,00 y venden pequeñas fundas de $ 1,00 o 50 centavos”, desvela.
El jefe policial puntualiza que en algunos establecimientos generalmente no sirven el alcohol adulterado al inicio, sino cuando la persona ya está algo mareada, así no se da cuenta del “fuerte olor y sabor” propio del metanol.
Según Portalanza, los sectores populares son los más vulnerables a la venta de este producto. Incluso, usan fachadas de tiendas para expender las ‘botellitas’ o vender las fundas a estudiantes.
Algunas de las viviendas en donde se han decomisado canecas y pomas quedan a pocos metros de unidades educativas, por eso, afirma Portalanza, constantemente se levanta información para planificar los operativos junto con otras dependencias.
Hasta eso, Medardo aún conserva las pertenencias de Nicole intactas, como el ropero que esperaba remodelar con el primer sueldo de su trabajo y las fotografías donde ahora enciende una vela todos los días. Todo para recordar a su hija y rogar que el ‘licor maldito’ no cause más muertes.
“Usan adultos mayores para la impunidad”
El fiscal de garantías penales César Peña Morán sostiene que muchos de los operativos ejecutados contra la venta de alcohol adulterado o ‘guanchaca’, como se le denomina, terminan solo en decomiso de la bebida.
Según Peña, la mayoría de personas que distribuyen esta bebida mortal ponen a personas de la tercera edad a vender. Por eso, al momento de ejecutar algún allanamiento, las entidades solo proceden a retirar las canecas y clausurar los sitios.
“Ellos buscan esta forma para quedar impunes. Es decir, que no se los investigue. Generalmente los adultos mayores solo venden y no saben mayor dato”, apunta Peña.
El funcionario público recordó que en un operativo en la parroquia de Chongón (en Guayas) quien estaba a cargo del expendio del licor eran dos personas de la tercera edad. Uno de ellos tenía muletas.
“Cuando se realizan los operativos o las detenciones, los jueces otorgan la libertad o medidas sustitutivas por la edad”, explica el fiscal.
Sin embargo, aunque se trate de un delito de falsificación o alteración, Peña recuerda que existen penas que se pueden agravar con el homicidio culposo, como en el caso de los dos jóvenes que fallecieron por la ingesta de alcohol adulterado.
“Confunden los síntomas con resaca”
Para el doctor William Zapata, médico del hospital Abel Gilbert Pontón de Guayaquil, muchos de los síntomas que presentan las personas que ingieren metanol son confundidos con la resaca.
El experto manifiesta que durante las primeras 24 horas el paciente sufre dolor de cabeza, mareos, vómitos e incluso empiezan a perder la visión.
De no tratarse a tiempo, asevera Zapata, la persona pierde el conocimiento. El metanol funge como un disolvente que va dañando internamente el organismo, provocando una insuficiencia renal, ceguera, convulsiones y la muerte.
El tratamiento, resalta, es la ingesta inmediata de etanol o alcohol ‘bueno’, que contrarresta el alcohol metílico.