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El cepillado del material es para que quede impecable la prenda de exportación.

Manos manabitas tejen para el mundo

Unos cinco mil artesanos confeccionan estas prendas con la paja toquilla. Panamá fue el primer país donde llegaron los sombreros.

Los ágiles dedos de Alexandra Piloso, de 35 años, se pierden entre el hilo de la paja toquilla al momento de tejer uno de sus sombreros. Guillermo Quijije, con 45 años en esta profesión, también confecciona esta prenda y recorre las ferias para ofertar lo que hace.

Ambos forman parte de los 5.000 artesanos manabitas que dedican su tiempo para elaborar los sombreros, cuyo material sale de las montañas de Manabí y llega a las mejores vitrinas del mundo. Por eso, ellos están orgullosos de pertenecer a ese gremio de tejedores.

La artesana proviene de una generación de familias que, por años, los confecciona en la comunidad de Pile, ubicada al sur de Montecristi, Manabí. Este trabajo artesanal y ancestral es considerado una de las principales actividades del montuvio manabita.

Según estudios realizados en los últimos 10 años por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), en los cantones Jipijapa, Portoviejo, Montecristi, Manta y Santa Ana, hay unas 40 comunidades que poseen esta manifestación cultural y que se ha ido transmitiendo entre familiares a través del tiempo.

Los tejedores se ubican en las comunidades de Pile, Las Pampas, Mangle, La Solita, Los Bajos, Toalla Chica, Toalla Grande, entre otras, al sur de Manta y Montecristi y, según el INPC, son considerados los mejores tejedores del mundo por su singular trabajo. Pero de la paja toquilla no solo hacen sombreros finos. La creatividad va más allá y están elaborando otras variedades.

Stalin Sánchez, de 26 años, de los cuales 15 los ha dedicado al tratamiento de este hilo ancestral, ahora confecciona también gorras, sillas, utensilios para adornos de cocina y otras novedades, que son expendidas en todo el país a precios cómodos.

“Las gorras de paja toquilla toman menos tiempo hacerlas, por ejemplo una semana, y tienen un costo de 15 dólares. Hay adornos muy llamativos de este material que el cliente pide y los lleva como recuerdos. Para nosotros se nos hace más fácil elaborarlos”, dijo Sánchez.

La confección de un sombrero fino toma entre uno a seis meses, según la textura y exigencia del usuario, y su costo va desde 80 a hasta 400 dólares, explicaron los artesanos. La que ellos denominan pava les toma entre dos y tres semanas en tejerlas y llegan a costar de 12 a 25 dólares.

Paja toquilla seleccionada

El artesano Manuel Anchundia Delgado, de 85 años, y con 65 de experiencia en hacer sombreros con este material, indicó que esta planta crece en los bosques húmedos de las comunidades de Pile, El Aromo, Las Pampas y Pacoche.

Explicó que la materia prima se debe cortar en buena época y tiempo adecuado (cuarto menguante), ni muy tierna, ni muy madura.

Quinto aniversario

Como un legado y homenaje al artesano que se dedica a este oficio, el 5 de diciembre, en Montecristi, recordaron el quinto aniversario de la declaratoria del saber del tejido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Varios artesanos expusieron sus trabajos en paja toquilla y demostraron sus habilidades en la elaboración de esta prenda en los bajos del Museo y Centro Cultural Manta.

La actividad fue coordinada por la Dirección Zonal 4 del Ministerio de Cultura y Patrimonio.

Primera remesa de la prenda, al exterior

El historiador Fabián Saltos contó que la paja toquilla tiene sus raíces precolombinas, incluso las figuras arqueológicas llevan en sus moldes tejidos dibujados con este material ancestral.

Dijo que luego de la colonia se comenzó a tejer el sombrero en Montecristi y Jipijapa. Según Saltos, a mediados del siglo XIX, un empresario extranjero abrió el comercio en Panamá. Allí, cientos de obreros que trabajaban en el canal necesitaban cubrirse del sol y fue entonces cuando la primera remesa de sombreros salió hacia ese país.

Soledad Zambrano, investigadora manabita, señaló que, según la historia, en 1849 Ecuador exportó más de 220.000 unidades a ese país, y en 1855 un francés residente en Panamá presentó los sombreros en la exposición universal de París.

Aquí, empresarios y autoridades quedaron asombrados con el fino material y lo llamaron ‘tejido de paja’. Días después del evento, la prenda se convirtió en un complemento obligado.

Las claves

Apoyo

Para conservar y fortalecer los cultivos de paja toquilla, los campesinos reciben apoyo de los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente.

Técnicas

El Ministerio de Educación prepara a los artesanos con conocimientos y nuevas técnicas de elaboración, mientras que el de Cultura difunde sus trabajos.

Precios

En países como Estados Unidos y Panamá, cada prenda de estos tejidos finos llega a costar hasta 1.000 dólares.