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Diario Extra Ecuador

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“El mar parecía un caballo chúcaro”

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Miguel Ángel González, Esmeraldas
Carlos Rodríguez sintió que el mar se agitaba de un modo distinto al que estaba acostumbrado. El pescador, de 22 años, creyó que algún animal marino había rozado su lancha, el pasado 18 de mayo, mientras se adentraba en el mar, cerca de Mompiche, Esmeraldas.
Balanceándose sobre su embarcación de seis metros de largo, en tierra firme, trataba de explicar cómo sintió el sismo de las 11:46 de ese día, en alta mar. “Era como si se pusiera una tapa dentro de una lavacara con agua y se la agitara durísimo”, detalló el hombre. Aquella mañana buscaba camarones para ofertarlos en esa ciudad costera.
Por el movimiento que sintió sobre las olas, Rodríguez pensó que hubo otro terremoto, como el del 16 de abril. En ese momento encendió el motor de su bote y se dirigió a tierra firme. Una vez allí, corrió a una parte alta de la localidad hasta que todo se tranquilizara.
El esmeraldeño se inició en la pesca a los 9 años, actividad que heredó se su padre, de quien lleva su nombre. “Tres veces vomité durante mis primeros recorridos”, narró el pescador, quien un día después del susto retomó sus faenas en el mar.
A las 17:30 del jueves volvió a adentrarse en las aguas que le hicieron vivir momentos de terror. Lanzó más de 100 metros de red al mar y la tarea parecía infinita, pero la completó 15 minutos antes de que la noche llegara.
Se lastimaba las manos cuando jalaba la malla, que recogía pequeños peces de distintas especies.
Cuando arrojó la trampa para los camarones, Carlos volvía a recordar que con las réplicas su barco se movía de atrás hacia adelante, como una “montaña rusa”. Se sostuvo de los costados para no caer. “Parecía un caballo chúcaro”, describía mientras volvía a tierra con los langostinos que consiguió en dos horas y media de trabajo.
Pisó la arena cuando estaba oscuro y otro grupo de pescadores yacía en la orilla. Sus lanchas estaban repletas de redes, pero con pocos peces.
Uno de ellos era Arsenio Urbano, de 24 años, quien al igual que Carlos  es pescador desde niño y también sintió uno de los movimientos telúricos dentro del agua, pero a él le tocó el más fuerte.
“Parecía una ‘bestia’”, dijo el artesano sobre el comportamiento del océano en las costas de Mompiche.  Apoyado en su bote, Urbano retiraba de los aparejos a los animales muertos. Los colocaba a un lado para luego conversar sobre su experiencia con las nuevas réplicas.
“El agua salpicaba hacia arriba, como si estuviera lloviendo, solo que no caían gotas”, precisó Arsenio. El 16 de abril se encontraba por la zona acuática de Tonchigue, también en Esmeraldas.
“Estábamos llegando a tierra y justo se nos acabó el combustible”, explicó. Él y su acompañante descendieron del bote, empujaron la barca y la tierra “se abrió” bajo sus pies.
Para su fortuna, sus cuerpos no se hundieron y salieron ilesos del terremoto, pero sí lamenta que en esta desgracia sus abuelos y padres perdieron sus casas en Jama,]]name="Redacción Extra"![CDATA[Manabí.

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