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Electores llegaron muy desinformados a votar
En algunos casos les tocaba pagar 25 centavos por obtener la información de dónde les tocaba sufragar. En otros, aparecieron voluntarios que ayudaban.

El policía Luis Ronquillo ofrecía de manera gratuita su ayuda a las personas que no sabían dónde debían sufragar.
Si de algo estaba seguro José Recalde es que su junta quedaba dentro de los perímetros de la Universidad de Guayaquil. Lo que no sabía exactamente es a cuál de las 10 facultades existentes allí había sido destinada.
Para su suerte, alguien se ofreció a resolverle esa inquietud. Al pie de la entrada al edificio principal de la facultad de Ciencias Económicas, Antonio Medrano ofrecía dos servicios, el de emplasticador del documento que certifica haber votado, y el de verificar en la internet la mesa y la facultad de sus electores clientes. “Solo por 25 centavos, no más”, le dijo a Recalde.
Pero no todos cobraban por esta información. Luis Ronquillo Sambomiño, miembro de la Policía Nacional que estaba asignado a tareas de control en el recinto electoral, se solidarizó con aquellos que iban de un lado a otro preguntando dónde les correspondía sufragar. “Seguro hoy me quedo sin datos, pero hay que ayudar”, decía.
Juan Betancurt en cambio, se dio el trabajo desde las primeras horas del día, previo a la apertura de los recintos electorales, de apuntar en qué piso de la facultad de Arquitectura estaba cada una de las 134 mesas. Las tenía en un papel que desdoblaba según el pedido de información.
“Señor, si usted sabe la mesa que le corresponde, le digo donde está. Pero no sé cuál es su mesa. Hasta ahí no llega mi polla”, le dijo a un elector que ni siquiera se había preocupado de indagar la junta que le correspondía.