"Justicia para Ezequiel. Solo tenía cinco años. ¡Ya no más niños muertos, por favor!", decía uno de los carteles que encabezaban el cortejo fúnebre de Andreu Ezequiel Bajaña Medina, el pequeño asesinado la tarde del domingo 21 de julio mientras jugaba en casa de sus abuelos, en las calles 20 y la K, en el suburbio de Guayaquil.

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El dolor se hizo visible en cada paso hacia el cementerio Ángel María Canals, donde sus restos fueron sepultados a las 14:00 de este martes. Familiares y vecinos asistieron vestidos de blanco, con camisetas que llevaban el rostro sonriente del menor estampado en el pecho, como un símbolo de inocencia interrumpida. También soltaron globos blancos al cielo, en señal de despedida y de clamor por justicia.

Durante el sepelio, la abuela paterna rompió en llanto al tomar la palabra. Su voz temblorosa resonó entre los asistentes:

"Exijo justicia. Que ese muchacho pague como se debe. Mi nieto no merecía esto. Solo tenía cinco años y lo arrebataron de nuestras vidas por culpa de la violencia que no para", dijo.

El presunto responsable del crimen es un adolescente de 16 años, quien habría disparado con la intención de matar a otro joven, pero terminó asesinando al niño con una bala perdida. El menor de edad fue procesado y se le dictó prisión preventiva mientras dura la instrucción fiscal.

La abuela, entre lágrimas, también recordó que Andreu Ezequiel era el último recuerdo vivo de su hijo mayor, Christian Bajaña.

"A mi hijo lo mataron hace años en Guaranda, en un night club. También fue una víctima colateral. Ezequiel era lo único que me quedaba de él. Ahora me lo arrebatan otra vez", expresó, al borde del colapso.

El caso ha generado consternación entre los habitantes del sector, donde no es la primera vez que una vida inocente se pierde por las balas del crimen organizado. Vecinos y familiares piden a las autoridades mayor control en las calles y penas ejemplares para los responsables.

"No puede ser que tengamos que enterrar niños por culpa de guerras ajenas. ¡Queremos vivir en paz!", exclamó otro de los asistentes al entierro.

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