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Diario Extra Ecuador

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¡Es hora de ponerse a trabajar!

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Johanna Pisco, Manabí
Los escombros están ahí, como evidencia de lo sucedido, pero “en Manabí nadie pierde el tiempo”. Mientras ‘con una mano’ reciben la ayuda que llega desde otros sectores del país, con la otra la mayoría de sus habitantes optaron por seguir trabajando para sacar adelante su provincia.
“Ya no es hora de ponerse a llorar”, sentenció Miguel Bazurto, de 30 años. A las 08:00 del domingo pasado, él y otros cientos de comerciantes, ubicados afuera del mercado de Calceta, ya estaban trabajando. “Es lo que tenemos que hacer, hay que levantar nuestros cantones. Trabajamos desde las autoridades hasta los panaderos, todos por igual”, añadió. El puesto donde él laboraba dentro del centro del comercio local fue derrumbado, al igual que toda la estructura, pero tanto Miguel como sus compañeros vendedores han mantenido su trabajo en marcha.
Cuando EXTRA llegó a la localidad, Néstor Cruzatti, jardinero del Municipio de Canuto, barría las hojas y basura en el parque central del sitio, famoso por la represa La Esperanza, cuyo embalse sirve a la zona central de la provincia en distintos propósitos. A sus espaldas estaban los escombros de lo que, durante 29 años, fue el museo y biblioteca del lugar.
“No han llegado visitantes, pero aquí la gente salió a trabajar el lunes después del terremoto”, manifestó mientras describía los momentos de pánico que vivieron ahí. “Muchas personas arrancaron hacia las lomas porque corría el rumor de que el agua de la represa acabaría con nosotros”, dijo. Él recogía los escombros, “porque pronto volverán a visitarnos”, sostuvo y la ciudad “debe presentar la mejor imagen posible”, continuó.
Hacia el sur, en Tosagua, Nery Candela, comerciante, llegó apurado a abrir su negocio. La demora, dijo, se debió a que aprovechó “para hacer unos trámites para arreglar la casa”, su balcón y toda la fachada se habían caído. “Después hay que seguir trabajando”, puntualizó. Él comentó que allí también se iniciaron las labores de derrocamiento y retirada de remanentes de los inmuebles y que a los ciudadanos lo que les queda es hacer su parte.
Además, él y otros moradores del lugar comentaron que algo que también los ha impulsado a levantarse es que “hay una mala distribución de la ayuda”. Por eso, optaron por recibirla -“si es que llega”- pero se valen por sí mismos para ayudar a reactivar la economía de sus ciudades.

UN DULCE PARA EL ALMA
A 12 kilómetros de Tosagua, la historia se repite. Rocafuerte es popular por muchas cosas, una de estas es la producción de dulces típicos. En una fábrica de los mismos, la clientela no paraba. Para Ondina Delgado, dueña del negocio, el compromiso sigue. “Si bien la cantidad de turistas ha caído, llegan personas que igual requieren hospedaje, comida o un dulce, que llevan al pasar”, por eso nosotros seguimos en pie de lucha”, añadió.
De vuelta al norte, la carretera luce llena de comerciantes que sacan sus productos agrícolas a la venta. Sus tierras y casas sufrieron daños, pero consideran que la mejor forma de volver a construirlas y ayudar a su familia es saliendo a vender. “Así tenemos un ingreso y la ayuda puede llegar a más sitios”, dijo Ney Alcívar, vendedor informal.

EN CORTO
Evitar la delincuencia es otro de los impulsos para los manabitas. Habitantes reportaron que mientras se crean falsas alarmas para que abandonen sus casas y negocios, los delincuentes aprovechan para saquearlos. Por eso solicitan patrullaje y resguardo policial constante.

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