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Diario Extra Ecuador

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La actriz más especial

Alicia Marcela es la primera ecuatoriana con síndrome de Down que protagoniza una película. Tras una infancia y una adolescencia muy duras, hoy rueda ‘Dos papás en Navidad’, de Álex Jácome.

Ensayando con su  mamá antes de rodar.

Ensayando con su mamá antes de rodar.Karina Defas / Extra

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Su vida parece una película cargada de drama y suspenso. Quizás por eso la quiteña Alicia Marcela Sampedro sea la primera mujer con síndrome de Down en protagonizar un filme ecuatoriano. El título: ‘Dos papás en Navidad’. El director: Álex Jácome.

Eran los últimos días de diciembre de 1979 cuando su padre, al parecer, la sacó de la clínica quiteña donde había nacido. La embarcó en una camioneta Mazda, color azul, y manejó sin rumbo fijo. Estaba desesperado. Todos creían que pretendía someter a la bebé a unos exámenes, pero no dijo de qué clase ni dónde. El vehículo casi cae por un barranco...

Hilda Sampedro, madre de Marcela, se recuperaba del parto en la casa de salud. Años después, su ya exesposo le confesó lo ocurrido e, incluso, aportó otro detalle aún más estremecedor: supuestamente quería “suicidarse” con la niña. Pero cuando se aproximaba hacia el precipicio, algo lo empujó a frenar en seco. Nunca reveló la ubicación del lugar. Y, ahora, ninguna de las dos quiere citar su nombre.

Marcela, que fue inscrita con el primer nombre de Alicia y el apellido de su padre, hoy evaporado de su memoria, conoció la historia durante su adolescencia. La madre quiso compartir con ella sus recuerdos, después de haberse distinguido como locutora y actriz de radionovelas en la capital.

Ambas revelan que el hombre quería un varón, que se habría indignado más aún cuando vio los ojos oblicuos de Marcela. Además, el ginecólogo que trató a Hilda lanzó una advertencia a la familia: existía la posibilidad de que la recién nacida tuviera una vida semivegetal debido a un severo trastorno genético.

A la niña nunca le faltaron comodidades, “pero sí amor”, desgrana la progenitora. Porque mientras crecía, la crueldad del padre hacia ella iba en aumento. Y eso que los tres recorrieron varios países juntos, entre ellos Alemania. Allí Hilda adquirió unos libros especializados para niños que poseen la discapacidad de su hija.

Cuando Marcela cumplió los cinco, no era capaz de articular palabra alguna, apenas unos esporádicos balbuceos. Con enormes dosis de paciencia, Hilda le fue enseñando fonemas, que grababa y le reproducía. Era la edad en que la criatura, aún sin saber hablar, intentaba cantar el himno nacional. Si la melodía cesaba, rompía a llorar. De modo que su protectora le grabó un cassette, donde la canción se repetía una y otra vez durante noventa minutos.

La pequeña tampoco podía caminar correctamente. Aquellas limitaciones “avergonzaban” tanto a su progenitor que llegó hasta el punto, según ellas, de maltratarlas “verbal y físicamente”. Y cuando alcanzó los 14, madre e hija fueron llevadas desde Quito hacia Santo Domingo de los Tsáchilas. Durante seis años, permanecieron en una hacienda, a medio camino del cautiverio...

La angustia

Hilda apenas salía, pero al menos Marcela halló una válvula de escape en la piscina de la residencia. En aquellos años, las supuestas agresiones afectaron tanto a su madre, hoy de 77, que perdió temporalmente el habla. Aunque parezca paradójico, la capacidad vocal de la progenitora menguaba mientras mejoraba la de su hija.

En 1998, cuando Hilda volvió a comunicarse con el mundo, tomó a Marcela y abandonó al padre. Desde entonces, él presuntamente “nunca pagó la pensión alimenticia” ni cedió “la parte de los bienes” que le correspondía a la madre.

Solas, decidieron afincarse en el centro de Quito. Entonces Hilda retomó sus actividades como locutora y actriz de teatro. Y Marcela, que siendo muy pequeñita había hecho de Jesús bebé en una obra realizada en el teatro Nacional Sucre, fue involucrándose en el mundo artístico a través de quien la había engendrado.

Gracias a las influencias de su madre, tuvo breves participaciones en producciones como ‘7 lunas, 7 serpientes’, obra original del escritor Demetrio Aguilera Malta, que dirigió Carl West en 1996. Allí actuaban Carlos Valencia, Vilma Sotomayor y Carla Sala.

Conexión espiritual

Pese al sufrimiento que ha acompañado su vida, especialmente durante la adolescencia, Marcela profesa la fe cristiana desde hace más de una década. Dios le ha servido de refugio en una conversión que empezó con Jacob Cueva, el hijo mayor de Hilda, nacido de otro fallido compromiso.

Él, propietario de una productora de televisión y fotografía con la que ha ayudado a su madre y hermana, se hizo cristiano tras haber atravesado una crisis con su exesposa. Y después transmitió su devoción a las dos, hasta el punto de que Hilda colabora con una radio cristiana.

Su primer estelar

Marcela cuenta a EXTRA que el cineasta capitalino Álex Jácome la descubrió el pasado mes de mayo, luego de un taller de teatro que él mismo había promovido para reclutar nuevos talentos.

Ella, que compartió sesiones de trabajo y audiciones con decenas de candidatos, solo aspiraba a un papel como extra en la segunda cinta del director de ‘Con alas pa’ volar’.

Y Jácome no la conocía. Pero el cineasta admite a este Diario que se quedó tan sorprendido por su desempeño en el casting que le ofreció el rol protagonista.

Los esfuerzos de Hilda y su hija habían dado sus frutos. Marcela, que irradia sencillez y cariño, había conseguido expresarse con gran fluidez y aprenderse libretos sin problemas. La mañana del pasado 27 de julio conoció a Frank Bonilla, quien será uno de sus coprotagonistas. El otro será José Pacheco, ambos de la serie cómica ‘Tres Familias’.

Cuando le presentaron a Bonilla, ella lo miró con dulzura, le sonrió y, en cuestión de segundos, lo abrazó como si fuera su verdadero padre. “Papito, papito. Aquí estoy”, soltó la actriz de 37 años, que interpretará a una joven de 20. Ya se había transformado en el personaje al que dará vida...

Su reacción ante el actor venezolano, residente en el país desde hace más de una década, mostraba el enorme corazón de quien ha crecido sin el afecto de un padre real, el espíritu optimista de quien ha sanado sus heridas sin rencores ni amarras.

Debido a su propia experiencia, reconoce la dureza de interpretar en el celuloide a una joven abandonada por su padre biológico, criada por su madre y su padrastro. “Es difícil porque mi personaje perdona a su padre y anhela volver a verlo, pese a los años de abandono”, confiesa.

Pero ella parece decidida a mirar al futuro. Porque la “conexión espiritual y el amor” que le unen a su madre son suficientes para asumir el desafío al que se enfrenta.

Dará vida a una deportista soñadora

Marcela Sampedro encarnará a Belén Santander en la comedia ‘Dos papás en Navidad’, una joven de 20 años que nació con síndrome de Down y que sueña con ganar un campeonato de natación para deportistas especiales.

Su padre en la cinta es Matías, un cirujano estético que la abandonó durante la niñez. Por eso Belén se quedó con su madre y Ernesto Paz, su padrastro.

Tras caer en bancarrota, su auténtico padre vuelve al país y decide recuperar el tiempo perdido con Belén. Pero deberá competir por su amor con Ernesto, quien trabaja como guía turístico en un museo de Quito.

Hilda Sampedro también actuará en el filme. Será la abuela materna de Belén.

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