¡Hace malabares para driblar a la muerte!

Le diagnosticaron un tumor maligno en el hígado hace cuatro años. Y hoy sufre metástasis. Desde entonces, el exfutbolista profesional Alfredo Ricardo Manjarres se ha visto obligado a cambiar de lleno su estilo de vida.

Tuvo que reducir en gran medida la práctica deportiva, aunque en 2015 pudo participar en un evento intercolegial. Hoy, Alfredo juega el partido más duro de su vida, al que se enfrenta lleno de optimismo.

Posee un espíritu recio, fuerte. Por eso está dispuesto a seguir luchando por su vida y no se da por vencido. Se somete al pie de la letra al tratamiento que le han recetado contra el cáncer.

Incluso se pone música en las sesiones de quimioterapia. Es uno de los pocos pacientes que ríe y saluda ufano cuando llega a la consulta. “No queda otra. Mientras hay vida, hay esperanza”, sostiene convencido.

Siempre ha ejercido como contador público, pero en la actualidad se ve impedido para trabajar. Pasa el tiempo en su casa, en el norte de Guayaquil, con su padre, que tiene ya 93 años. Ambos se cuidan el uno al otro, ven la televisión y leen algunos libros.

Hay noches en que Alfredo se reúne con un grupo de vecinos. Con ellos conversa y se entretiene. Estos le festejaron su último cumpleaños, que tuvo lugar el pasado día 11. En dicha fiesta pudo bailar hasta bien entrada la noche.

Además, mantiene intacta su fe y trata de cumplir con sus quehaceres religiosos. Por eso los jueves recibe la hostia sagrada a domicilio, de manos de una hermana.

Pero solo la morfina le calma lo suficiente como para poder soportar los terribles dolores de huesos que lo aquejan y realizar todas estas actividades que aún le mantienen unido a la vida.

EL MAL

Alfredo descubrió su mal porque empezó a orinar con un tono grisáceo. Preocupado, se dirigió al médico, quien le ordenó una serie de exámenes cuyos resultados nefastos recibió pocos días después.

Al principio, la noticia lo sobrecogió. Pero luego trató de buscar una salida. “Me dije: ‘Estoy vivo, solo me han dicho que tengo cáncer’”. Y así se convenció para superar su depresión.

En 2013 lo operaron por primera vez y le extirparon la mitad del hígado. La segunda intervención fue el 20 de febrero de 2016, en aquella ocasión de unos nódulos. 48 horas después de recibir el alta, lo ingresaron por un derrame pleural. De todo logró recuperarse...

Según precisa, su cáncer es agresivo. “Tengo cuatro años ya, gracias a Dios y al gran cirujano que me tocó, el doctor Mario Leone”, subraya optimista.

METÁSTASIS

Hace pocos días supo que tenía metástasis, un detalle crucial que sus allegados le habían ocultado para no desanimarlo. Pero él se lo tomó con resignación.

Todos los días reza al señor de la Divina Misericordia, imagen que está en un cuadro. “No me asusto ni tengo miedo a la muerte. Pero sí me da un poco de pena dejar a mi familia”, manifiesta cabizbajo.

A pesar de su estado de salud, todavía conserva el pelo y se encuentra en una buena condición física, gracias en parte a sus altos niveles de glóbulos rojos. Algunos médicos se asombran de su fortaleza. “No sé cuánto viviré, pero siempre ando alegre”, añade mientras juega con una pelota.

En las noches intenta ser generoso con los necesitados. Junto a un familiar reparte alimentos a otros enfermos de cáncer en Solca. A veces, simplemente les da ánimos. “He visto morir a muchos compañeros”, remata.

Medicación para las defensas

Nicolás Manjarres y Wálter González, hermano y amigo de Alfredo, lo visitan constantemente. Sobre todo porque hace seis años falleció la última compañera de este. Aunque no está jubilado ni le dan el bono, recibe su tratamiento en Solca.

Pero a menudo le toca comprar algunos medicamentos, de ahí que necesite apoyo para conseguirlos. Para las defensas toma leche Ensure, proteínas, Redoxón y jarabe BIRM.

Las personas que deseen colaborar con él pueden llamar a los teléfonos 0997770911, 042-391565 o a la redacción de EXTRA.