¡Lo prefiere preso que expuesto a la muerte!

Su vida es un martirio. No solo por las enfermedades que lo aquejan, sino también por los dolores de cabeza que le causa uno de sus hijos, quien lleva varios años sumergido en el vicio de la droga.

Ambas situaciones no permiten conciliar el sueño a Jorge Mendoza. A él lo afecta la diabetes y como consecuencia de ello debe hacerse cuatro sesiones de diálisis semanal. Lo angustioso y preocupante es que desde el cantón Nobol, donde reside, debe trasladarse a Guayaquil para el tratamiento, y a veces no cuenta con dinero para el transporte. A esto suma las dificultades que tiene para desplazarse, pues utiliza una silla de ruedas a raíz de que le cortaron la pierna por una laceración, y también perdió la visión.

“Logré jubilarme por el Seguro Social Campesino, pero solamente recibo 63 dólares; y 50 del bono gubernamental por mi estado de discapacidad. Con esos 113 dólares tengo que cubrir todos mis gastos y solo en movilización desembolso 300 dólares mensuales, porque una camioneta me cobra 25 dólares entre ir y venir cada día”.

A la inquietud por la falta de dinero cuenta, además, la grave situación de uno de sus hijos que ha llegado al punto de arriesgar su vida por apoderarse de lo que no le pertenece. Incluso, Jorge se ha convertido en guardián de su propia casa porque si se descuida un ratito su vástago se lleva, como lo ha hecho en otras ocasiones, hasta la escoba y las ollas. Tanta es su preocupación por su hijo que piensa que es mejor verlo preso que expuesto a la muerte.

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