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¡Su vida cambió al saber que era adoptada!
Emely lleva cinco años preguntándose dónde estará la mujer que la engendró y “regaló” a las pocas horas de nacida.

Emely, 15 años. Residencia: norte de Guayaquil. Anhelo: vivir con su familia biológica.
Su mirada refleja una extraña combinación de inocencia y coraje. Quienes no la conocen no serían capaces de comprender que, detrás de ese rostro angelical, Emely esconde una honda pena. Solo sus allegados saben el conflicto que guarda en su corazón desde que se enteró de que era adoptada.
El hombre a quien siempre llamó papá le hizo esa revelación hace cinco años. La noticia le ha marcado la vida. Porque desde entonces, el comportamiento de la muchacha con sus padres adoptivos no ha sido el mismo. Tal vez, debido a su juventud, ni siquiera ella misma sea capaz de entender el porqué de su cambio.
Sin embargo, Emely tiene algo muy claro: quiere dar con el paradero de su mamá biológica. Y María, su madre adoptiva, no solo sufre por todo lo que la chica está soportando, sino porque siente que la podría perder.
“La quiero como si fuera mi propia hija. Nunca la he marginado, pese a que tengo otra niña mayor. Siempre compraba todo para dos. Pero si tiene el deseo de encontrar a su verdadera mamá e irse con ella, no se lo puedo impedir”, afirma a EXTRA.
Bañada en lágrimas, la mujer se transporta al pasado para recordar cómo Emely llegó a su hogar. “Hace 15 años, mi hermana; mi hija, que era pequeñita; y yo acompañamos a una vecina enferma hasta el policlínico Trujillo, de Bastión Popular, sector más conocido como Peca. Allí vi a una señora que llevaba pocas horas de haber dado a luz y, además, tenía a otra niña, como de dos años, en sus brazos. Paseaba por los pasillos como si nada, mientras la recién nacida lloraba”, evoca.
La infante, asegura, estaba sobre una camilla, envuelta con un mandil de médico y una franela roja en su ombligo.
Conmovida por la estampa, María salió a comprarle ropa y volvió para pedirle a la madre que la vistiera y no la dejara llorar. Pero “ella no accedió”, y otra señora le dio el seno para calmarla.
“Tuve que vestirla. Después me dijo que la acompañara a coger un carro porque no podía con las dos criaturas. Y cuando el bus llegó, se subió con una agilidad sorprendente -cargando a la mayor-. ‘¿Y la niña?’, le grité. ‘Si tú no te la llevas, la dejaré botada en el carro o la regalaré a cualquier persona’, me contestó. Así que abracé a la pequeña. Y por miedo a que me fueran a acusar de haberla robado, la llevé a mi casa para no dejarla botada”, sostiene. Desde aquel día, María y su esposo acogieron a Emely como si fuera su segunda hija.
Posteriormente, el matrimonio se rompió. Él se llevó a la menor y la cuidó un tiempo. Pero un día, cuando la niña tenía diez años, llamó a María para decirle que se la devolvería. Tras entregársela se marchó, no sin antes confesar a Emely que él no era su papá ni María su mamá. Ahí empezó el sufrimiento de la adolescente.
Las pistas
La madre era de Lomas de Sargentillo
La revelación cambió la conducta de Emely. Lloraba para comer, para bañarse, para dormir... “Parecía una niña de dos años”, recuerda María.
Desde que supo la verdad, Emely vive preguntándose por qué su mamá la “regaló”. Quiere escucharla, aunque ignora cuál sería su reacción si la tuviera enfrente.
Su mamá adoptiva se deprime por esta situación. Incluso toma medicinas para controlar su angustia, pero está dispuesta a ayudarla. Solo cuentan con unas pocas pistas de la desconocida: supuestamente era de Lomas de Sargentillo y se hacía llamar Marisol.
Después, indagando, María averiguó que su verdadero nombre o apellido podría ser Mayesa. “Pero no lo tengo confirmado”, subraya.
Quienes conozcan el paradero de la mamá pueden llamar al (04) 2201100, extensión 2055, de Diario EXTRA.