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¡Un payaso de peso!
Óscar Luis Delgado cuenta que ingresó al programa de halterofilia de la Fedeguayas y ganó varias competencias. Pero, según él, la falta de apoyo institucional lo empujó a buscar otro camino.

Óscar Luis Delgado. Edad: 36 años. Estatura: 1,80 m. Peso: 220 libras. Idiomas: español e inglés. Hobby: las pesas.
Su celular hierve, los autos le pitan y los transeúntes se detienen a cada instante para saludarlo o tomarse una foto con él. Óscar Luis Delgado Lozada, de 36 años, no responde a los cánones del payaso tradicional. No se maquilla en exceso, usa vestimentas discretas para lo que acostumbran otros colegas y luce unos músculos que parecen vigas de acero. Aunque ya ha dejado atrás las competencias oficiales de halterofilia, que un día lo convirtieron en promesa de esta disciplina, sigue entrenándose duro en Milagro, donde reside.
Heredó de su padre, Jesús David, alias Toñito, la gracia para hacer reír a los demás. Incluso lo acompañaba a las fiestas infantiles que organizaba. Pero, al mismo tiempo, intentaba labrarse un futuro esperanzador en el deporte. Cuando cumplió los 15, su amigo Vicente Alvarado lo llevó a un gimnasio, cerca de su casa, para que observara a los pesistas del local. Veía madera de campeón en aquel muchacho que aparentaba varios años más por su gran corpulencia y estatura.
No tardó en destacar. Tan solo un año después fue seleccionado por la provincia y se instaló en el Puerto Principal con otros deportistas, “en una pequeña residencia habilitada por la Federación Deportiva del Guayas (Fedeguayas), detrás del estadio Modelo Alberto Spencer”.
Como no recibía una beca, aprovechaba las visitas a su familia para trabajar con su padre en eventos para niños y circos, donde fue bautizado como Toñito Jr. En aquel entonces, relata a EXTRA, comenzó a seguir su propio camino y dejó atrás los estudios de secundaria en el colegio técnico Los Chirijos, donde había aprendido a soldar. Solo llegó hasta décimo año de educación básica.
Fascinado por la halterofilia, se metió de lleno en las pesas. Le sobraban coraje, empuje y disciplina. Como a tantos otros, le faltaba plata, pero logró ingresar en la Liga Cantonal de Milagro, donde pasó un proceso de selección antes de acceder a la lista de pesistas provinciales.
Era un muchacho independiente, que contaba con el cariño de su familia. Así lo atestigua su madre, Nelly Lozada López, una mujer de 60 años, sencilla y menuda, sin la fuerza de su hijo, pero con una mente despierta y ágil. Tal vez por eso se matriculara en la carrera de Química Biológica cuando Óscar se esforzaba por superar sus marcas.
Mientras se sumerge en los recuerdos, observa las viejas y descoloridas fotos de las competencias, a las que ella no podía acudir por atender sus estudios. “Me sentía tranquila porque él iba y venía. Lo veía los fines de semana y todo estaba bien. Con tal de que él progresara... Yo lo animaba”, evoca nostálgica.
Hubo una época en que Óscar también soñó con ser médico, pero las pesas lo absorbían por completo. Por suerte, llegaron los triunfos. Como el que cosechó en 2000, cuando salió campeón “en la categoría juvenil de los IX Juegos Deportivos Nacionales”, celebrados en Machala. Óscar recalca que después obtendría otras dos victorias.
EL REVÉS
Pero el éxito no duró mucho. Unos pocos meses después arreciaron los problemas, justo cuando subió a categoría sénior. Se acercaba a los 20 y requería financiación para los suplementos alimenticios. Según asevera, la Fedeguayas no le dio la ayuda suficiente para enfrentarse a su nuevo desafío.
Su rostro se desdibuja, con una mezcla de ironía y decepción, al rememorar que debía competir contra seleccionados internacionales que se habían nacionalizado para representar a Ecuador. Él no podía plantar cara a quienes contaban con auspicios y el soporte de los organismos oficiales. Por eso decidió retirarse y buscar nuevos horizontes.
“Tenían unas marcas superiores a las nuestras y contaban con apoyos... Uno necesita invertir mucho en proteínas, aminoácidos, un sinnúmero de nutrientes. Y nosotros éramos naturales (risas), solo funcionábamos con el almuerzo y las puras ganas”, señala.
En 2001, optó por viajar a Estados Unidos, donde trabajó en la construcción. Sufrió penurias económicas, dificultades con el idioma y las secuelas del atentado contra las Torres Gemelas. Una tragedia que, a su juicio, complicó la vida de los hispanos ávidos de ‘camello’. Así que, cuatro años más tarde, retornó a Ecuador: “Fue muy duro”.
VUELVE EL PAYASO
No le quedaba otra que replantearse su esquema de vida. Debía generar ingresos. Así que probó fortuna como payaso, un oficio que conocía desde chiquito. Su padre aún ejerce, igual que su único hermano, Jesús David, conocido como Pechuguita.
Además de organizar fiestas para los más pequeños, el artista fue adquiriendo máquinas de canguil, algodón de azúcar y colaciones; y compró una camioneta, luego un camión, sillas, mesas, manteles...
Muchos clientes se sorprenden al verlo, porque no obedece precisamente al perfil de payaso común, algo mayor y panzón. Y eso que tiene un amplio repertorio de muecas, cánticos, bailes, bromas, acrobacias, ‘sketches’... “A veces me preguntan dónde está el payaso. Y cuando les respondo que soy yo, las señoras creen que les estoy mintiendo. Me he sentido un poco discriminado, pero soy Toñito Jr.”, reafirma orgulloso.
Ahora trabaja con uno de sus seis hijos: Kevin ‘Pipón’, de 19 años. También labora como soldador, fabricando estructuras metálicas para carpas, que reviste con lonas termoselladas. Es un emprendedor nato, un sobreviviente que hace suyo el refrán “el show debe continuar”. Esa idea que marca sus pasos también se la ha inculcado a su hijo. Durante una actuación, Pipón tuvo que cubrirse la mano con un pedazo de tela tras hacerse un gran corte con una cerca de madera. Lo único que preocupaba a ambos era que los niños no vieran la sangre...
Pero su pasión por las pesas nunca murió. De hecho, siguió participando en concursos de fisicoculturismo. Hoy se prepara en el gimnasio Pepudo’s Gym, ubicado en el sector Margaritas 2, y mantiene una estrecha relación con el propietario, Cristian García, quien lo describe como una persona colaboradora, que guía a sus compañeros. Porque, aunque no lo confiese, una parte de Óscar sueña con que otros gocen de las oportunidades que a él le faltaron.
Un archivo incompleto hasta 2005
El pasado 16 de agosto, EXTRA solicitó entrevistar a un responsable de la Fedeguayas para recabar su análisis sobre la carrera de Óscar. Por vía telefónica, dos representantes de la institución indicaron que no podían hacer una valoración porque solo cuentan con un archivo histórico completo de seleccionados desde 2005 en adelante, época en la que el hoy payaso ya había dejado la entidad, según él. El pesista precisó que estuvo federado entre 1996 y 2000, unos años de los que la Fedeguayas admitió tener “muy pocos” datos almacenados. “De muchos deportistas no hay ningún registro de ese tiempo. Es un problema”, aclararon los portavoces.