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A pesar del atentado, algunos compradores regresaron a la Bahía.Christian Vinueza / Extra

Inéditos testimonios de explosión en la Bahía: "Se confían y luego reciben el boom"

Comerciantes de la Bahía de Guayaquil, cercanos a la explosión, revelaron inéditos testimonios a EXTRA, sobre su suplicio en aquel comercio

Casi doce horas después de la explosión en la Bahía, el ambiente es de miedo y silencio. A las 10:30 de la mañana del miércoles, cuando normalmente hay bullicio de compradores y comerciantes, una gran cantidad de cubículos permanece vacía. Pese al cordón policial, la calma es frágil: los rostros siguen tensos.

(Lea también: Amenazas previas al atentado en la Bahía: extorsionadores pidieron 3.000 dólares)

Un grupo de comerciantes vecinos, que decide abrir sus negocios pese al miedo, se reúne frente a sus locales. No están allí para vender, sino porque no les queda de otra; no hay ni un solo cliente. “No hemos recibido extorsiones, pero necesitamos trabajar”, dice un hombre a EXTRA. “Si la gente tuviera plata, se iría a otro lado”, ironiza.

Una mujer lo interrumpió, con voz temblorosa pero firme: “Y venimos a trabajar sabiendo aún que la gente no vendrá a comprar estos días aquí a La Bahía. Esto nos afecta, mire como está a esta hora, todo cerrado y apagado. Ya estaríamos repletos”.

Otra de las vendedoras aseveró que "también hay personas que se hacen pasar por la mafia y te mandan mensajes... no se sabe en quién confiar. Algunos se confían, le hacen la transferencia y resulta que no le han pagado al 'duro' y luego reciben el 'boom'. Así de simple”.

El miedo circulaba como moneda sucia entre locales. Hace menos de un mes, varios de ellos marcharon pacíficamente para pedir seguridad. ¿Resultado? “Vinieron policías y municipales dos días; de ahí se olvidaron. Hoy, después de la bomba, es que están todos los uniformados. Ya luego se olvidan”, lamentó un hombre del grupo.

La explosión afectó directamente al comercio, que se vio con baja afluencia de compradores tras la explosión.Christian Vinueza / Extra

En tanto, una comerciante de ropa dijo: “Algunos contratamos guardias entre varios, pero ellos no tienen armas y no pueden hacer mucho contra bombas. La gente ve esto en redes y ya no viene. Solo nos quedan los clientes fijos. El miedo no se queda solo por hoy, queda por el resto de la semana... o más”.

Mientras eso ocurría entre los toldos y carpas de la Bahía, en la intersección de Eloy Alfaro y Ayacucho, una pareja de esposos caminaba con cautela. Observaban con asombro a los grupos de militares y policías desplegados. Conocían lo ocurrido la noche anterior, pero aun así, decidieron venir.

Puertas, techos y el sistema eléctrico de quioscos comerciales quedaron afectados.Christian Vinueza

“Yo voy para la quinta edad, creo (risas), y nunca hemos vivido así. No solamente estos comerciantes están en esta situación, todo el país está así. No tenemos Gobierno. Solo Dios nos cuida”, dijo Germán Naranjo, con la sabiduría que otorga el tiempo. A su lado, Jeanneth Víctor, su esposa, acotó: “Pese a los avisos que ya tenían los comerciantes sobre las mafias, se confiaron, pensando que no va a pasar nada... y pasan estas cosas. Nosotros, como compradores igual tenemos que venir a este lugar. Al final del día, es el centro. Hay que ir a comprar y hacer trámites”.

José Plúas, empleado en un lugar cercano, cruza la Bahía todos los días para llegar a su trabajo. Ayer no fue la excepción, aunque el miedo lo acompañó más de lo habitual. “Eso está terrible, cada vez se incrementa más la violencia. Igual toca seguir pasando por esta zona, todos somos vulnerables. Solo hay que encomendarse a Dios. Hay un descuido por parte de las autoridades”, expresó.

Y tenía razón: para las 14:00, el día ya se había declarado flojo. La afluencia de personas no era ni de cerca la habitual. Algunos compradores se acercaban por necesidad, pero se retiraban rápido, mirando a los lados, 'sicoseados'.

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