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“¡Mi Coqui, ya no nos quedaremos en la calle!”
María, la entrañable abuelita que necesitaba ayuda urgente para subsistir y no tener que abandonar su cuarto arrendado, ha generado una gran ola solidaria entre los lectores de EXTRA, que se han volcado con ella.

Gracias a una lectora de Quito, María Larrosa tiene un somier y un colchón nuevos.
Parecía el trineo de Papá Noel. Eso pensó María Larrosa cuando vio llegar la camioneta de EXTRA, cargada de donaciones y obsequios realizados por decenas de lectores. La noticia publicada el pasado 29 de agosto, en la que se detallaba su angustiosa situación económica y el riesgo que corría de quedarse en la calle, provocó una avalancha de cariño hacia la adulta mayor, de 85 años.
María había pasado la mañana en su cuartito del centro porteño, donde reside con su perro Coqui, ajena al trasiego y a las numerosas llamadas de quienes contactaron con la redacción de este Diario para ayudarla. Quizás por eso, cuando el vehículo se detuvo frente a su puerta, alzó las manos emocionada, llorosa, incrédula. No podía imaginar que tras tantos meses apelando a la caridad de los transeúntes, pasando las noches con el estómago vacío, igual que su perrito, su vida daría semejante giro.
Por eso, después de unos segundos, rió feliz. “¡Mis súplicas fueron escuchadas! ¡Gracias, mi Dios! ¡A todas esas personas que me han dado estas cosas lindas quiero decirles que no tengo palabras para expresar lo que siento!”, exclamó.
Las donaciones fueron incontables. Lilia Yunda, de radio Canela, se conmovió con la historia de María hasta el punto de aportar un cheque de mil dólares. De ellos, dispuso que 360 se destinen a abonar un año entero de alquiler, incluidos los tres meses que debía, para que la abuelita esté tranquila mientras su nieto, que vivía con ella y también es de muy bajos recursos, realiza el servicio militar.
La plata no se veía entre todas las fundas y paquetes que colmaban la camioneta, pero fue entregada a una de las copropietarias del inmueble. Esta, sin embargo, prefirió tomar solo el dinero de seis meses por si finalmente la casa se vende. María, estupefacta, besó el recibo como si fuera un boleto de lotería premiado. “Que el Señor pague a la señorita Yunda. De corazón, le estoy muy agradecida”, apuntó la adulta mayor.
A petición de Yunda, el resto del donativo se destinó a otros enseres de primera necesidad, igual que el importe entregado por otros lectores, con el que EXTRA le compró un colchón, almohadas, un ventilador, víveres (pan, leche, atún, aceite, azúcar, sal, galletas, mantequilla, queso, mortadela, jugos, yogures, enlatados, jabón, frascos de café, chorizos, etc), un quintal de comida para perros...
Cuando Coqui olfateó su alimento comenzó a saltar y a correr frenético, a mover la cola como un cachorro. Incluso trató de romper el saco. “¡Mi Coqui, ya no nos quedaremos en la calle! ¡Tenemos comida y camita!”, le anunció María conforme el equipo de este Diario depositaba los paquetes en la sala.
Verónica Medina, de la recicladora Niño Jordán, fue otra de las personas que se volcó con la ayuda Ella incluso dio un televisor para que la abuelita se entretenga en sus momentos de soledad con las novelas y la serie de Los Simpson que tanto le gustan. Una señora también le hizo entrega de una pequeña refrigeradora y una cocina usadas. En total, fueron 1.200 dólares en metálico los recaudados, de los cuales María conserva un fondo para cualquier imprevisto o para destinarlo al arriendo cuando hayan transcurrido los seis meses pagados.
Su historia
Hasta ahora, María se veía obligada a salir a la calle todos los días en busca de alimento. Recorría numerosos restaurantes del centro, con una tarrina de plástico en la mano y el alma encogida de pena, esperando a que el dueño de algún establecimiento o cliente solidario le tendieran la mano con un bocado de comida. Muchos la rechazaban inclementes, pero a ella no le quedaba más remedio que seguir apelando a la sensibilidad de los porteños...
Desde la semana pasada, todo ha cambiado para ella. Porque, además, algunos ecuatorianos de buen corazón se han comprometido a ayudarla cada mes con víveres. Y las visitas de personas solidarizadas con ella han sido numerosas en las últimas horas.
Hasta su semblante luce más saludable. Igual que el de Coqui, que ha subido de peso. Quizás porque cada mañana ambos degustan un buen desayuno. Él, a base de pepas. Ella, de un sánduche de mortadela y leche. “Todos estos alimentos son delicias para mí. Es la primera vez que como así en muchísimo tiempo”, destacó.
Como colofón, la adulta mayor ha sido invitada para que acuda al cuartel donde se encuentra su nieto y se encargue de hacer la tradicional entrega del arma. La quieren tener allí presente, aunque le preocupa no poder hacerlo por su delicado estado de salud (sufre artritis y otras dolencias).
Además, otro nieto de ingresos mínimos ha decidido acudir a su lado una temporada para evitar que nadie pueda aprovecharse de ella o intente robarle. De hecho, le está ayudando a arreglar algunos muebles, ordenar la casa... El muchacho estudia bachillerato, pero su abuela pide que alguna entidad lo ayude con un empleo que le permita, al mismo tiempo, apoyarla y garantizarle a él un buen futuro.
Servicios básicos
Aunque María Larrosa ha solucionado sus problemas más urgentes, aún debe hacer frente a otros costos como los servicios básicos de luz y agua. Ella sigue ofreciéndose en vano para trabajar en hogares como asistente, pero nadie la quiere contratar. Por eso no logra un empleo. Las personas que deseen colaborar con ella, de la forma que estimen oportuna, pueden telefonear al 099-0214407 o a la redacción de EXTRA, extensión 2491.
Recibirá más visitas estos días
María ha despertado el lado más solidario de muchos ecuatorianos, que también desean hacer sus contribuciones. En los próximos días, una fundación espera donarle una cocina nueva completa y un juego de ollas, así como sábanas y colchas; una comunicadora social de una entidad quiere llevarle unos pijamas y ropas; una familia de Manta pretende visitarla en breve con algunos presentes; otro guayaquileño le entregará comida a menudo; una vecina de El Recreo, en Durán, desea darle algunos enseres... Incluso varios lectores le han ofrecido una vivienda en caso de que le pidan que deje el cuarto, una vez que expiren los seis meses abonados.