Guillermina Pincay, sus padres e hija duermen en la vivienda de unos vecinos. Por ahora es la única manera en que pueden pasar la noche, pues las últimas lluvias derrumbaron su casa.

“Se escuchó un crujido. Luego sentí que mi hogar se cerraba como un libro. Todos caímos al suelo, las paredes se vinieron abajo”, contó la mujer al recordar la tragedia que vivieron el domingo pasado, en el bloque 5 de la cooperativa Balerio Estacio, al noroeste de Guayaquil.

El domicilio de Guillermina era de madera y cañas, estaba deteriorado desde el invierno de 2020, pero aún se mantenía en pie. Ella perdió su empleo y por eso no pudo repararlo.

Los moradores donaron tablas y hojas de zinc a la familia para que levantaran otra casa. Ellos, en cambio, piden ayuda a las autoridades para que les donen una vivienda más resistente.