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Fentanilo oculto en Ecuador: Adictos lo consumen sin saberlo, revela psiquiatra
El fentanilo ya está en Ecuador, alertan autoridades. Exfuncionarios y médicos piden prevención real y menos burocracia para tratar adicciones
Más de 48.000 vidas se perdieron en 2024 en Estados Unidos debido a una epidemia silenciosa: la sobredosis de fentanilo. Este potente analgésico, encerrado en diminutas ampollas marrones, ha sido pervertido por el crimen y se ha transformado en un vicio destructor que, lamentablemente, ya está en Ecuador.
(Lea también: La ‘droga zombie’ se asoma en Guayaquil: ¿Qué sabemos del fentanilo?)
En Guayaquil, el alcalde Aquiles Álvarez alertó a finales de julio que han aparecido los primeros casos de consumo local. Las imágenes que llegan de Filadelfia o Los Ángeles (cuerpos rígidos y doblados, miradas perdidas y llagas en la piel) podrían comenzar a replicarse en las calles de esta ciudad.
Las primeras ampollas de fentanilo en Ecuador
El temor no es nuevo. El 9 de septiembre de 2023, en el sector comercial de la Bahía, la Policía encontró siete ampollas de fentanilo dentro de un local de almacenamiento de medicamentos. El comandante de la Policía Nacional, Fausto Salinas, declaró un mes después a EXPRESO que en Ecuador “no tenemos aún presencia de fabricación ni de consumo de fentanilo”.
Sin embargo, el hallazgo en Guayaquil encendió las alarmas. El fármaco habría ingresado por contrabando desde la frontera sur.
Tras ese episodio, el tema desapareció del radar mediático hasta junio de 2025, cuando un operativo policial y militar en el barrio Aguas Verdes, de General Villamil (Playas), descubrió un laboratorio clandestino. Allí se incautaron frascos con etiquetas de fentanilo, evidenciando que ya no solo se trata de ingreso, sino también de posible manipulación y distribución en el país.

Fentanilo: El recuerdo del krokodil, la 'droga caníbal' que estuvo en Ecuador
Ecuador ya ha visto cómo drogas extremas pueden llegar y, en poco tiempo, instalarse en las calles. En febrero de 2014 se reportaron en Guayaquil los dos primeros casos de consumo de la llamada droga caníbal (krokodil), que produce necrosis y gangrena en la piel. Pocos meses después, el 12 de mayo de 2015, EXTRA informó que la ‘H’ en las calles se vendía mezclada con krokodil sin advertirlo a los consumidores.
En aquel reportaje de EXTRA, la psiquiatra Julieta Sagnay, quien entonces trató al primer paciente con krokodil, denunció lo mismo que reclama hoy: la excesiva burocracia impide que gran parte de los afectados accedan a tratamientos públicos.
Para 2016 el rastro de esa droga casi desapareció, dejando a la ‘H’ como la reina del mercado por su bajo costo.
La advertencia médica sobre el fentanilo
Sagnay, con más de veinte años de experiencia en el tratamiento de adicciones en el país, confirma que el fentanilo ya no es una amenaza lejana. “He tenido varios casos desde hace un año”, afirma.
Algunos pacientes sabían que consumían fentanilo médico; otros lo ingirieron sin saberlo, al comprar cocaína, marihuana o ‘H’ contaminada. Los síntomas eran distintos: rigidez en el cuello y el tórax, lesiones en la piel por rascado intenso, insomnio extremo y ansiedad desbordada

“El adicto no puede esperar semanas por una cita. El síndrome de abstinencia del fentanilo produce un dolor físico insoportable y requiere hospitalización inmediata”, explica la terapeuta.
Pero no todos corren con esa suerte. Muchos, desesperados por no encontrar atención o por los requisitos burocráticos (cédula, representante, papeleo) terminan en clínicas clandestinas donde, en vez de tratamiento, reciben golpes o son reclutados por grupos delictivos. Otros se automedican con parches o pastillas para tratar de ‘limpiarse’, agravando aún más su estado.
“Cada adicto que no ayudamos es un posible delincuente. Por droga, muchos roban o hacen lo que sea”, sentencia, y añade que solo esta semana ha atendido a tres pacientes que dieron positivo a las pruebas. “Ellos eran de Estados Unidos. Suelen venir desde allá para que no queden sus registros manchados en su país”, revela.

Recalca que la necesidad de consumir este fármaco es tan inmediata (apenas dura entre 20 y 30 minutos) que el usuario requiere dosis constantes para mantener sus efectos. Esta urgencia incrementa significativamente el riesgo de sobredosis. “Con solo un microgramo puedes morir.... Los casos están aumentando este año”, alerta con preocupación.
Experiencia desde adentro
Carlos Burgos, exdirector del Cetad (Centro Especializado de Tratamiento para Personas con Consumo Problemático de Alcohol y otras Drogas) de Guayaquil (2015-2019), confirma que durante su gestión no vio casos de fentanilo, pero sí de ‘H’ y metanfetaminas.
Recuerda que la ‘H’, por la mezcla de sustancias no reguladas, volvía disfuncional al consumidor desde el inicio: pérdida de empleo, ruptura familiar, conductas delictivas e incluso prostitución.
Para Burgos, la clave no está solamente en la represión. “El problema de combatir el ingreso del fentanilo solo con fuerza es lo que lo vuelve más caro y atractivo para el contrabando. Se necesita prevención basada en información veraz, no solo en discursos moralizantes o religiosos. Un joven que decida consumir debe saber cuáles son los síntomas, las secuelas y las tasas reales de recuperación”.

Destaca también que el éxito de la rehabilitación depende del grupo de contención familiar y social. Sin ese respaldo, incluso un tratamiento de seis meses (lo máximo que ofrecía el sistema público) tiene pocas probabilidades de éxito.
Guayaquil abrirá en octubre un nuevo Cetad para hombres en el Hospital Bicentenario, y aumentará personal y presupuesto para tratar adicciones, notificó el alcalde, lo cual podría ser una medida eficiente, según Sagnay.
Desde el 8 de agosto de 2025, EXTRA solicitó vía mail a la Dirección Nacional de Investigación Antidrogas cifras y datos actualizados sobre casos de fentanilo en el país, pero hasta el cierre de esta publicación no hubo respuesta.
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