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Estas rosas gigantes caben en una maleta
Un chileno logró que un sueño de flores gigantes que un día tuvo se convierta en un negocio rentable para recorrer el mundo.

Las más económicas de estas flores salen en $ 20.
Ricardo Peña es un ‘floricultor’ de rosas artificiales. Su huerto es móvil y lo ha llevado por casi toda América y un pedacito de Europa. Como él dice, en cualquier ciudad, “no es fácil competir con las rosas chinas”.
Las flores y Ricardo tienen una relación de 8 años que nació en Chile —de donde él es— y que siempre se reinventa con un color, una forma nueva y un detalle agregado que las haga diferentes.
Para este artista plástico, las flores son “ellas” y ocupan todo el pasillo del pequeño departamento donde ahora vive. En ellas encontró el “símbolo mundial”, que le ha permitido viajar y conocer países antes impensables si se hubiese quedado a ser profesor en Antofagasta.
- “Ellas son mágicas”.
- “Ellas no son tan baratas”. Dependiendo del tamaño cuestan $ 55 $ 60 y $ 20, la que mide un metro de alto.
- “Ellas también van en diferentes estilos”. Hay dos: las sencillas, que son las comerciales y las finas, que pueden llevar resina especial y hasta espinas de porcelana.
- “Ellas no pesan mucho”. Como están hechas en un material llamado caucho espuma, llegan a pesar entre 400 gramos o máximo una libra. Esa ligereza hace posible que él y sus compañeros agarren una maleta y salgan a caminar con ellas en la espalda.
Ese ‘jardín’ del que tanto habla —y que él mismo viste con una camiseta de rosas para la entrevista— se planta donde sea; en Guayaquil por ejemplo, escogió el octavo piso del edificio Forum y sobre el mesón del lavadero hay tres rosas naturales en un jarrón.
Hay incluso entre ellas una gigante, tiene dos metros y medio de altura, pero no está a la venta porque es solo para exposiciones. Aunque hace también de otros tipos: quizás un día sale un clavel, otro con una margarita, azucenas, girasoles, pero dominan las rosas, ya sean abiertas, cerradas o capullos. No hay límite cuando se crea.
Las flores son sus musas y no hay desencanto posible en esa historia de arte y sueño, porque fue así como nació la idea de Flores Gigantes Ricardo Peña, que es su seudónimo en redes sociales: “Un día soñé rosas gigantes y al otro día soñé rosas gigantes y al tercer día volví a soñar rosas gigantes”.
Su premonición estuvo ligada desde entonces al trabajo de nómada que deseó desde su paso por la universidad: “Vivir viajando”, dice Ricardo y lo repite cada que puede porque ese estilo de vida libre le ha permitido ir sumando el arte de otras personas a este “sueño” florícola.
Milque Bayona se sumó a Ricardo en Colombia. Lo conoció allí y desde entonces han viajado juntos. Prefiere no hablar mucho, permanece a un costado de la sala y se emociona cuando recuerda cómo empezaron: “Él nos fue enseñando y como dicen, las manos tienen su inteligencia propia y así salimos”.
El plural con el que se refiere Miquel se debe a que no siempre son solo dos. Como en cualquier parcela donde se ‘germinan’ flores, hay colaboradores esporádicos por ciudad dependiendo de los pedidos que tengan. En Ecuador son tres, pero en Colombia llegaron a ser casi 30.
“Hicimos el Divino Niño más grande en Colombia, demoramos 11 meses en hacerlo, en una ciudad que se llama Villavicencio; tuvo 12 metros de altura”, recuerda Ricardo, quien a cada cosa que describe le agrega que hay fotos, como testigo de lo que han recorrido y creado.
Llegar a perfeccionar tanto la técnica que ahora tiene —además que da cursos sobre cómo hacer esto y otras esculturas— le tomó muchas horas de concentración en el cementerio.
“Cuando yo recién empecé vivía cerca de un cementerio; me iba a meter allá, las rosas que botaban a la basura, las sacaba para poder desmenuzarlas todas, miles de rosas que las abrí para ver cómo eran ellas”, relata Ricardo, quien a sus colegas de viajes les ha enseñado sobre todo con imágenes de flores y también con las que compra y lleva a casa.
Ellas, esas flores que en un día de producción pueden brotar tres de las manos de una persona, le han resultado tan coloridas como rentables. Ellas regresarán a Chile y repasarán el camino por donde lo decida Ricardo y Miquel.
Los países visitados:
Argentina, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Panamá, Estados Unidos, España y Francia.