“No tenemos dinero para comer ni para trabajar tranquilamente. Soy transportista y cada día la vida se encarece más”, reclamaba ayer Marco Bustillos en medio del griterío de la gente de San Miguel del Común, cerca de la parroquia de Calderón, en la salida norte de Quito.

Ese sitio fue uno de los puntos más fuertes del paro nacional que se concentró en la urbe capitalina. Los habitantes de esa zona iniciaron la jornada de protestas desde la madrugada de este lunes. Y para empezarla pusieron barricadas de tierra y de árboles.

Bustillos se posó cerca de sus compañeros, quienes arrojaban fuegos artificiales artesanales. Otros se cubrían el rostro para impedir que los medios los retrataran.

“No puedo subir la tarifa de mi servicio de transporte, pero tampoco es justo que todo lo que consumimos se ponga más caro. Además, la inseguridad está terrible”, detallaba el iracundo morador.

Conforme avanzaba la mañana, los residentes llevaron llantas para quemarlas e impedir el paso vehicular. Quienes no contaban con auto propio no tuvieron más opción que caminar por la empinada cuesta de esa parte de la Panamericana norte hasta llegar a Calderón y coger algún vehículo para cumplir con sus labores o día de estudios.

Otros como David Javier, que tenían motocicleta, intentaban convencer a los manifestantes que abrieran un pequeño tramo para circular. Sin embargo, la súplica fue en vano. “Respete lo que estamos haciendo. No queremos lanzarles piedras”, amenazaban algunos.

A eso de los 08:00, el ambiente se puso más tenso con la llegada de un contingente de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO), el cual estaba equipado para repeler algún tipo de desmán.

Ante esto, las dirigentes de El Común se acercaron para dialogar. “Ustedes también son pueblo. Deben tener deudas como nosotros”, decían las lideresas para impedir un enfrentamiento que, al mediodía, jamás ocurrió.

Diálogos fallidos

Un panorama similar se vivió en El Chasqui, localidad de Latacunga, capital de Cotopaxi. Hasta allá, cerca de 600 personas de comunidades indígenas hicieron lo mismo, formar montículos de tierra y quemar llantas. En el punto estuvo el brazo fuerte de la protesta: Leonidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie).

Como un rockstar, el dirigente tenía su anillo de seguridad que pedía que, al momento de hablar, no se acercaran demasiado a la prensa ni a los manifestantes que solo se limitaban a gritar: “¡Viva el paro!”. Y con las reglas claras, Iza declaró que las medidas tomadas ayer, y que tienen el carácter de indefinidas, son el resultado del fallido diálogo que ha tenido el Gobierno del presidente Guillermo Lasso con el pueblo, dijo.

Iza explicó que, pese a las reuniones mantenidas durante el año de mandato, las peticiones como la mejora en la salud, la no alza del precio de combustible y otros no se han cumplido.

Ahora, la respuesta de Lasso sería la única salida para que el paro termine, acotó. Entretanto, el cierre se mantuvo hasta pasadas las 14:00.

Personas como Joffre Guapaz, quien viajó desde Loja con dirección a Carchi, se topaban con la medida de hecho. “Me siento engañado con la cooperativa de transporte que me trajo porque aseguró que nos llevarían a nuestro destino”.

Indignado, el transeúnte afirmó que caminó más de dos horas desde Chunchi, una localidad cercana al sitio de la protesta. Y todavía le faltaba hasta llegar a territorio carchense en medio del paro que se mantiene.

Las peticiones de la Conaie

1. Reducción y no más subida al precio de los combustibles.

2. Moratoria de mínimo un año y renegociación de deudas en el sistema financiero.

3. Precios justos en los productos del campo como leche, arroz...

4. Empleo y derechos laborales. Políticas e inversión para evitar la precarización laboral.

5. Moratoria a la ampliación de la frontera extractiva minera / petrolera.

6. Respeto a 21 derechos colectivos como educación bilingüe, justicia indígena y demás.

7. Alto a la privatización de sectores estratégicos.

8. Políticas de control de precios y contra la especulación de productos.

9. Presupuesto urgente para la salud y la educación.

10. Seguridad y generación de políticas para frenar la violencia.