Los acordes del saxofón dejaban sonar, melancólica, la melodía ‘Cuando un amigo se va’, del compositor y cantante Alberto Cortez. La nostalgia, sin embargo, era abrigada por abrazos afectuosos, apretones de manos y saludos casi interminables, frases de consuelo salidas del corazón, recuerdos y mucho, mucho cariño al amigo que parte. La despedida final de Galo Eduardo Martínez Merchán, fundador de los diarios EXTRA y Expreso, no podía ser diferente.

Hasta el auditorio ubicado en el tercer piso del edificio principal de Granasa, empresa editora de ambos diarios, arribaron sus más entrañables amigos, gente que como él y con él compartieron duros momentos en el servicio público y la comunicación.

Sus familiares, conmovidos por el dolor de su pérdida, a sus 90 años, pero conocedores que hasta el último le fue fiel a su manera de vivir, un lector fino, elegante siempre, directo y claro.

Y cómo no, llegaron dejando atrás por un momento sus actividades, una inmensa cantidad de periodistas, fotógrafos, diseñadores, conductores, secretarias, personal gráfico y de servicio, y muchos más que con él compartieron por años las salas de redacción de EXPRESO y Extra.

Los recuerdos fluían en cada uno como si el tiempo hubiese retrocedido. El que más repetían todos, con una sonrisa mezcla de complicidad y orgullo por haber conocido aunque sea una parte del ‘gran jefe’, era el del café y su cigarrillo. Siempre, hasta el último.

Poco antes de las 14:00, con el arribo del monseñor Gerardo Nieves, el ambiente recobró la nostalgia que horas antes le había dado el saxofón. El auditorio quedó corto para tantos amigos.

Francisco Huerta Montalvo, subdirector de Diario Expreso y amigo de Galo Martínez en mil y un batallas en el periodismo, anticipó al monseñor Nieves con unas palabras imborrables en la memoria de sus amigos.

“El Ecuador necesita de gente como Galo Martínez Merchán. Su sagacidad política no ha de ser fácil de encontrar reemplazo”, destacó de él.

“A pesar de soltar un lagrimón, no nos quedamos tristes”, sentenció luego, en referencia a que todos quienes lo conocieron quedan prendidos con esa llama de amor al periodismo que llevaba el fundador de EXTRA consigo.

Una ceremonia religiosa en el lugar donde tantas veces habló de política, en el sitio que muchas veces escogió para dialogar con sus empleados para juntos encontrar el camino que ‘enderece’ el periódico, fue el adiós final a don Galo, como lo llamaban siempre sus colaboradores, sí, eso, porque para él no eran simplemente empleados sino la gente que lo ayudaba a sacar a EXTRA y Expreso adelante.

Sus restos descasan ya en el Parque Santo Parque de la Paz.