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La historia de Nelly, la caserita que 'regala' sus productos

Nelly se preocupa tanto por sus clientes que hasta flores les trae y les da fruta para que ‘piquen’ mientras compran. Desde Ambato trae mercadería

CASERITA MAPASINGUE
Si es necesario, Doña Nelly hace probar a sus clientes las frutas que ofrece en su puesto.CARLOS KLINGER

La sonrisa de Nelly Tenemasa, la casera de la ciudadela Quisquís, no se ha ido en 20 años. Se mueve de un lado a otro, despachando los productos, pero con una alegre risita que contagia de tranquilidad a todos sus clientes.

“Doña Nelly, yo vengo donde usted porque me trata con cariño”, llega diciéndole otro de sus ‘engreídos’. Y tiene razón. Nelly, de 42 años, trata bonito a todos, “para que se sientan como en casa y se lleven lo que necesiten”, afirma entre risas.

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La mujer, originaria de Ambato, es conocida por los vecinos de la avenida Las Aguas y peatonal 38 NO porque llega todos los sábados y domingos a ‘llenar’ sus neveras. Nelly arriba desde su ciudad transportando los productos más frescos que logró conseguir ese día en el mercado de su localidad. Papas, cebollas, legumbres, hortalizas y todo lo que se puede imaginar de productos que se cultivan en la Sierra.

CASERITA MAPASINGUE
Atiende a todos con la sonrisa que la caracteriza.CARLOS KLINGER

A las 14:00, aproximadamente, sale de la capital tungurahuense con el destino ‘tatuado’ en su mente: Durán. El viaje lo realiza en el camión de su esposo, por lo que antes de llegar a Guayaquil debe descargar en el cantón ferroviario la mercadería de otras personas. “Luego, avanzo al mercado de transferencia de víveres Montebello a comprar, sobre todo, las frutas de la Costa. Yo les tengo de todo a mis clientes, por eso es que me quieren”, expresa.

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Pero esa no sería la única razón por la que los lugareños aprecian y se emocionan con la presencia de Nelly. Ella, además, los consiente haciéndoles probar las frutas mientras deciden qué se llevan en sus canastas. “Aquí les doy una mandarina, unas uvitas o algo para que coman mientras ellos compran”, cuenta con orgullo.

Y tanta es su preocupación que hasta viene cargada de flores que ofrece a sus clientes en coloridos ramilletes. “Yo he aprendido incluso a ubicar (los productos) por colores y de manera que se vea más llamativo todo. Aquí hay que ser sabio para vender”.

Sin embargo, su historia en ese sitio no empieza con ella, pues su madre fue la pionera en su familia en ‘alimentar’ a los vecinos de la ciudadela Quisquís. “Ahora ella a veces me ayuda, pero soy yo quien está a cargo del negocio”, finaliza la caserita.

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