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Personaje

Guayaquil: Ángel Salas, el caserito del Mercado Gómez Rendón

El adulto mayor no es para nada ácido, como los limones que vende en el centro de abastos del suroeste porteño, al contrario, su humor engancha

vendedor
Le dicen piragua, le ‘caen chancho’ los ‘miranda’ y no da ‘yapa’ por ‘seguridad’ de las clientasGerardo Menoscal / EXTRA

No se sabe bien si habla en broma o en serio. Así es Ángel Salas, un comerciante del mercado de la Gómez Rendón y Abel Castillo, al suroeste, quien tiene medio siglo vendiendo verduras y legumbres.

Cuenta que ha pasado por varios centros de abastos de Guayaquil. Ha ‘camellado’ en el Mercado Central, estuvo en la Pedro Pablo Gómez y por 17 años ha laborado en la plaza de Gómez Rendón, donde vende limones (de varios tipos), pepinos, rábanos y pimientos.

Angelito, nacido en Daule y criado en Guayaquil, tiene 70 años de edad, pero se lo ve ‘papelito’. Dice que su secreto es consumir los alimentos que él vende y aplica esa estrategia para ‘promocionar’ sus productos frescos.

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Pero hay que decir ‘la plena’: una de las variedades de limones que vende parecen minimandarinas, por el tamaño.

Otro factor que le ayuda a verse más ‘pelado’ es su pinta, su look, pues por lo general usa bermudas (tipo surfista) y gorras.

vendedoras de caldo de bagre

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“Con la gorra no solo me amparo del sol; como a uno le dicen ‘cachudo’, con ella me camuflo los cachos”, dice el adulto mayor ‘pelando los dientes’.

"Si no tiene efectivo para pagar ahorita, me deja su tarjeta de crédito y cuando regresa por ella me paga".Ángel Salas, comerciante

Lo que saca al día le sirve para comer, y también para mantener a sus “dos o tres mujeres”, aunque ‘sigue aceptando carpetas’, dice el risueño vendedor, quien se describe como alguien ‘organizado para el amor’: asegura que cada una de sus ‘peladas’ tiene su día y que no es ‘bobo’ para tenerlas cerca. Sus ‘ñoras’ están dispersas en la ciudad, bien lejos una de otra.

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A las 05:00 está en el mercado y termina de laborar a las 15:00.Romina Almeida / EXTRA

Afirma que no está casado. “¿Seré bruto para tener esposa? Solito vivo feliz como la lombriz. La señora se murió en la pandemia”, se carcajea el vendedor, quien insiste con que recepta carpetas para ese ‘puesto’.

  • Nada de 'yapa' ni 'mirandas'

Él no da ‘yapa’ y confiesa que no es que sea tacaño, sino que siempre vela por la ‘seguridad’ de las compradoras. “A mi tía, por pedir ‘yapa’, le dejaron tres hijos”. Así, ya-pa qué pedirla...

Le disgustan los clientes ‘miranda’, aquellos que ‘amagan’ que van a comprar y ‘naranjas’, no llevan nada. Pero asegura que tiene compradores fieles, que lo buscan solito, como las mujeres. “Por ser alegre, ellas se me pegan como moscas y tengo que espantarlas”.

  • Don Piragua

A Ángel también lo llaman Piragua, ¿El motivo? Él le ‘sacaba brillo a la baldosa’ bailando el tema ‘La piragua’, cumbia del músico y compositor colombiano José Barros. No le hace al reguetón, no le gustan sus letras. “Nada de ‘agáchate, mételo’, a mi edad no se puede, me derrengo”.

Tampoco cuenta con redes sociales, indica que tiene suficiente con su lengua, sostiene el comerciante, quien explica que con solo verlo al nacer, por su pinta, sus padres lo llamaron ¡Ángel!

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