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Judicial

Cárcel Regional  de Guayaquil: ¡Se ‘comen’ las uñas por no ir a La Roca!

Líderes de bandas no quieren ser reubicados de cárcel, revela un informante. La estructura tiene dos plantas y poco acceso de luz natural.

Imaginar que podrían terminar aislados en La Roca, con poca luz solar y sometidos a un régimen más estricto, genera ansiedad en los ‘capos’ de las cárceles. Sus posibles traslados a ese centro de privación de libertad, que se utilizará como de máxima seguridad, son una medida que se pretende aplicar para frenar la violencia que se registra en el sistema penitenciario.

Un informante, quien hasta hace poco estuvo recluido en la Penitenciaría del Litoral, contó a EXTRA que aquel temor está latente en los internos que lideran organizaciones delictivas tras las rejas.

"Debe haber una planificación según el perfil del interno, para que sea ubicado y pernocte sin que hayan esas reuniones”.Abraham Correa, experto en seguridad.

Uno de ellos es José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, considerado uno de los cabecillas de Los Choneros, cuya hija fue secuestrada en Manta, provincia de Manabí, el pasado 17 de noviembre, y liberada cuatro días después.

Precisamente Fito estuvo entre los 19 internos que se fugaron de La Roca, el 11 de febrero de 2013, a través del río Daule, mediante una embarcación. Posteriormente fue recapturado.

"A estas personas privadas de libertad hay que darles dignidad, sí, pero hay que disciplinarlas”.Kléber Carrión, fundador de la Unase.

Desde aquella época surgieron cuestionamientos a ese recinto de reos, pero ahora se busca su repotenciación para que acoja a los más ‘malcriaditos’ de las cárceles.

“Fito teme ir allí, porque él ya estuvo ahí. Y debido a eso su gente lo defiende ante un posible traslado”, dice la fuente consultada por este diario.

Otros ‘duros’ de organizaciones criminales están en la misma situación. No quieren saber nada de La Roca. Saben que permanecer ahí implica que pierdan el contacto con su gente y estén vulnerables a que algún cartel mexicano les mande a dar ‘vire’ aprovechando que están desprotegidos.

Los ‘duros’ temen que los manden a matar si finalmente se dan los traslados. Expertos indican que la clave es evitar que hablen con sus súbditos. Pero opinan distinto respecto al uso de la estructura.

El informante asegura que La Roca sí es una cárcel segura para este tipo de personas, pero cree que se deberían añadir, por lo menos, seis garitas en el perímetro externo.

En un recorrido realizado por los medios de comunicación al reclusorio, el 2 de septiembre de este año, se pudo observar en detalle cómo era la estructura.

Es un edificio, en forma de octógono, que cuenta con planta baja, planta alta y una terraza. En medio hay un patio central y la escasa luz que ingresa viene de huecos que hay al costado del techo (ver infografía).

Cero charla con ‘discípulos’

Kléber Carrión, teniente coronel en estado pasivo y fundador de la Unase (Unidad Nacional de Investigación Antisecuestros y Extorsión), refiere que en el antiguo penal García Moreno, en Quito, había un pabellón destinado exclusivamente para los jefes de bandas.

Añade que los traslados son una decisión totalmente administrativa, que no hay ni siquiera que informarla al lado jurisdiccional.

Para él, se trata de un asunto de proporcionalidad. Es decir, un cabecilla debe ser visto de esa manera y se le deben restringir ciertos derechos; no la comunicación con su familia, pero sí con sus subordinados, quienes están ávidos de escuchar disposiciones. Eso hay que evitar, recalca.

En su criterio, el relajo en las cárceles parte de la indisciplina que existe en el interior. Entonces, para erradicarla, es necesario empezar por los líderes, que son quienes dan las disposiciones.

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“Hay que tener un tratamiento especial para estas personas y no es discrecional, que si quiero voy y si quiero no. ¿Quién tiene el control?, habría que preguntarse”, cuestiona.

Para Abraham Correa, experto en seguridad, las cárceles no están en manos de las autoridades penitenciarias, sino de los privados de libertad. Por eso le resulta complejo que, de momento, se pueda aislar a los ‘capos’.

“Si los policías y los guías no pueden ni siquiera entrar a los pabellones, entonces, ¿cómo los pueden trasladar de un lado a otro?”, enfatiza.

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En su análisis, primero se debe tener completamente el control carcelario, para luego sí ir pensando en aislar a ciertos presos.

Correa, en cambio, cree que La Roca ya cumplió su vida útil. Opina que en vez de usarla debe construirse un nuevo complejo penitenciario, con una correcta clasificación de internos por su nivel de peligrosidad. Eso sí, garantizando una verdadera rehabilitación, con acceso a salud, educación y formación profesional.

“Todo debe ser a su tiempo, para ir controlando. Son seres humanos que están resentidos con la sociedad, no se les ha dado un buen trato. Debe comenzarse por eso para después ir a la clasificación”, sugiere.