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Ana Luisa reza cada noche para esquivar los peligros de las calles.Fotos: Álex Lima, Juan Faustos, Amelia Andrade y Charles Bonilla / EXTRA

Indigentes de la crisis

Tres porteños cuentan cómo terminaron en la calle ante la falta de oportunidades laborales. Sus historias recientes están marcadas por la necesidad, las noches a la intemperie y el abandono.

El mundo de Wilson Sandoval, de 44 años, cabe en un pequeño cartón. Allí tiene cuatro mudas de ropa y unos pocos enseres de aseo. A este mínimo universo de efectos personales lo complementan un bolso, donde lleva su celular —un modelo antiquísimo, con la pantalla rota, sellado por detrás con cinta aislante y rescatado de la basura— y su silla de ruedas, un híbrido entre un asiento de plástico y una estructura metálica que rueda con dificultad.

Wilson, un hombre con discapacidad física, vive de la mendicidad. Él es uno de los ciudadanos que engruesa las cifras del estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) el pasado junio. El documento señala que el índice de pobreza por ingresos en Ecuador es del 23,1 % y el de extrema pobreza, del 8,4 %, un 0,6 y un 0,2 % menos respectivamente que en el mismo período de 2016 (los ingresos mensuales para analizar ambas variables se fijaron en $ 85,58 y $ 48,23 al mes por persona).

Pero Wilson no entiende de cifras. Su situación ha empeorado debido a su delicado estado de salud y, sobre todo, a la crisis económica, ya que poco a poco ha perdido todos los medios que poseía para subsistir. Ahora, su vida transcurre entre las calles del centro de Guayaquil, un refugio donde aprende el oficio de sastre y un precario motel del sur, donde duerme de lunes a viernes si los viandantes le dan los cinco dólares necesarios para pasar la noche.

Hace un año tenía un humilde negocio de ceviches en la casa de uno de sus hermanos, cerca de la vía Perimetral. Las ventas pronto bajaron. En su entorno, todos reducían gastos al máximo. “La gente me explicaba que usaba esos tres dólares en otras cosas”, relata con tristeza.

Desde entonces, no ha conseguido ninguna oportunidad laboral. Su vida es una sucesión de eventos complicados. Durante muchos años se desempeñó como vendedor ambulante de medias, gafas y agua. Pero entonces recibió una puñalada en la espalda, durante un robo, que lo dejó parcialmente parapléjico...

Lea la historia completa de Wilson, así como las de Ana Luisa Palacios y Jorge Valderrama, en la edición impresa de EXTRA.