Dos minutos estuvo junto al cadáver, que yacía en la calle 44 entre la K y la L, al suroeste de Guayaquil, un hombre que vestía una camisa de cuadras y un pantalón jean. “¡Hijue…! ¿Por qué le hicieron esto?”, gritó el hombre apenas llegó a la escena, aproximadamente a las 20:00.

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El sujeto lloraba al cadáver de su hijo, según lo que gritó en repetidas ocasiones, mientras otros allegados de la víctima y agentes de la Policía miraban la escena a unos pocos metros de distancia. Él, incluso, lanzó una gorra celeste, que estaba usando en ese momento, hacia el pavimento para expresar su enojo.

Vecinos, que prefirieron guardar su identidad, aseguraron que el hecho violento se dio a las 18:30, mientras negocios de comida del sector empezaban a atender a sus primeros comensales. “Ya tiene bastante tiempo el cuerpo aquí (en la calle) y no lo han levantado todavía”, aseguró uno de ellos.

La Policía Nacional y personal de Criminalística ya se encontraba en el sitio para recabar información sobre el hecho violento. Sin embargo, los lugareños atravesaron el espacio delimitado por la cinta amarilla en todo momento, esto sin que los uniformados llamaran la atención.

Pero, a los pocos minutos, al sitio del hecho de sangre llegó el transporte de Medicina Legal para trasladar el cadáver hasta el Laboratorio de Ciencias Forenses, ubicado al oeste de la urbe.

Esta nueva muerte violento sucedió, aproximadamente, 24 horas después de que una masacre se diera en un punto del sur de la urbe (Gallegos Lara y Azuay). En este, cinco personas resultaron fallecidas por el ataque armado.

Y, además, al mismo tiempo del asesinato en el suburbio, otro asesinato fue reportado en Pascuales, parroquia del norte de la urbe porteña.

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