Una denuncia en Twitter alertó sobre la presencia de posibles vacunadores en los exteriores del tradicional Cementerio General de Guayaquil, ubicado en el centro porteño,

EXTRA conversó con el testigo, quien no reveló su identidad por temor a represalias, y el hombre confirmó que el sábado 8 de abril, al mediodía, acudió al tradicional camposanto y vio que dos hombres en moto se acercaron a una vendedora de ramos.

“Tenían pintas de malandros y le hablaban a una señora. Cuando se fueron los sujetos, me acerqué a ella y le dije: “Tienen cara de vacunadores”. Ella me contestó asintiendo con su cabeza”, manifestó el testigo.

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Quienes ofrecen los ramitos no quieren fotos ni dar sus nombres. No corroboraron la denuncia tuitera, pero una comerciante sostiene que hay rumores. “Si es real, con eso nos sepultan en vida, pues aquí no ganamos más que para la comida diaria”, declara la madre de seis hijos y viuda.

Una compañera cuenta que en la avenida Pedro Menéndez Gilbert están robando ‘duro y feo’. “Pillos acabaron de abrir la puerta metálica de un local de comidas, usaron una pata de cabra, creo que les robaron”, indicó una florista.

“A mí también me robaron, yo dejé guardadas mis cositas: mesa, parasoles, ciertas flores que pueden durar de un día para el otro, y estos antisociales abrieron el techo de zinc, por allí ingresaron. Fueron tan perversos que las flores que no alcanzaron a llevarse, las destruyeron, ni cómo salvar algo”, dijo la expendedora de flores.

Los ‘camelladores’ del cementerio indican que son unos 25 vendedores, aproximadamente, que no todos los compañeros van todos los días, que la mayoría son mujeres y esta sería la única actividad que realizan para llevar el sustento a sus hogares.

“¿Poner denuncia? No sirve de nada, pues los capturan, luego los sueltan y ellos salen con más odio y coraje hacia los denunciantes”, precisó una mujer de unos 50 años.

María (nombre protegido) contó a EXTRA que la mayoría de sus compañeros están endeudados, todo con tal de comprar sus productos. Por lo general, invierten todos los días $ 5 para fletar sus productos, desde el Mercado de Flores Zayda Letty Castillo hasta la necrópolis.

Unos ya están en el sitio desde las 04:00 para comprar sus flores. Como permanecen en sus puestos hasta las 17:00 o 18:00, almuerzan en el punto. Cada ‘jama’ les cuesta 2,50 dólares; un comerciante dice que prácticamente labora para sacar para una sopa y un segundo plato.

Con los aguaceros han padecido, señalan. “Aquí se inunda rapidito y a veces los carros pasan cerquita, se arriman y nos bañan toditas, hasta las flores, y esa agua las daña, ya no nos sirven para vender. Es más, nosotras mismas tenemos que destapar las alcantarillas para que drene”, narra otra florista.

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