Yolanda Carpio cotizaba el precio de un medicamento para una dolencia lumbar en una distribuidora ubicada en Alejo Lascano y Ximena. Con receta en mano, recorría varias farmacias del centro de Guayaquil en busca del precio más asequible.

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“Aquí tengo varias opciones donde comprar. Creo que muchos guayaquileños venimos acá cuando estamos enfermos o tenemos malito a algún familiar”, manifestó Carpio.

Así como ese sector es conocido por la venta de medicinas, hay otras calles cuya identidad comercial se ha consolidado con el tiempo. Son zonas donde negocios establecidos desde hace décadas las han convertido en corredores no oficiales de productos específicos.

Fausto Núñez llegó en su vehículo a la calle Ayacucho para buscar repuestos para su ‘nave’. “Es un arreglo rápido, aquí vengo a un local que da buenos productos y a buen precio”, dijo. A lo largo de este sector hay decenas de locales dedicados a esa actividad.

¿Dónde comprar repuestos de vehículos en Guayaquil?

En la noche se activa la calle Los Ríos, donde el olor a cangrejo cocinado lo inunda todo. Desde Colón hasta Ayacucho abundan los restaurantes que lo ofrecen, con música fuerte y mesas en las veredas. Este ambiente también se replica en Sauces 8, otro punto de encuentro para los amantes del cangrejo.

En la calle Cuenca, hacia el suroeste, el atractivo son los muebles: camas, colchones y juegos de sala copan las veredas para tentar con su precio y resistencia. Y si se trata de útiles escolares, los alrededores del Mercado Central (entre Lorenzo de Garaycoa, 6 de Marzo, Diez de Agosto y Colón) se transforman en una feria no oficial, con uniformes y cuadernos por doquier.

Este fenómeno no es exclusivo de Guayaquil, aunque aquí se manifiesta con particular intensidad. El investigador Javier Castillo explicó que esta organización por rubros no responde a una planificación oficial, sino a un proceso espontáneo.

El patrón, dice, es claro: “aprovechar la afluencia de público que atrae el primero en arriesgarse”.

Guayaquil, como ciudad puerto, ha sido históricamente un punto clave de entrada y distribución de mercancías. “Aquí todo arribaba primero y desde aquí se distribuía hacia el resto del Ecuador. Eso reforzó su carácter comercial y dinámico”, analizó Castillo.

Por eso considera que la cultura local ha desarrollado una sensibilidad aguda para detectar oportunidades de negocio. “El guayaquileño promedio se las ingenia y termina vendiendo lo que sea. Hay una chispa comercial que está muy presente en la ciudad”.

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