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Habitantes de Guayaquil prefieren el encierro para evitar ser víctimas de la inseguridad

Ciudadanos y dirigentes lamentan no tener suficiente apoyo de las autoridades. Concuerdan en que falta unión, participación y reformas en leyes.

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Los barrios se encierran por la inseguridad y las familias no tienen muchas opciones de distracción.Christian Vásconez

En Guayaquil se respira miedo. Cada vez hay más barrios que deciden amurallarse y sus habitantes frenan las ganas de disfrutar del ocio en la ciudad, o aprovechar lo que aún queda del espacio público. Y a esto se suma la indiferencia que germina entre algunos ciudadanos respecto a hechos violentos, como la explosión en el sector del Cristo del Consuelo, en el suroeste porteño.

En este escenario hay un espejo antiguo a 1.055 kilómetros: Medellín (Colombia). La ciudad, que en los 90 lideró el listado de las urbes más violentas del mundo con situaciones similares (o peores) a las que ahora padece el Puerto Principal, como extorsiones (‘vacunas’), bombas o asesinatos, dejó lecciones y se reanimó gracias a la participación de diferentes actores. Entonces, ¿por qué Guayaquil no se inclina por esa senda y apunta a ser el Medellín de ahora?

EXTRA buscó las reacciones de diferentes líderes comunitarios, gestores culturales o representantes de gremios, para que expongan cuáles serían esas estrategias que empujen a lograr una metamorfosis.

Desde la undécima etapa de la Alborada, Galo Ruiz, su presidente barrial, siente desconfianza por parte de las autoridades, así como de la Policía Nacional. “La única solución es que el mismo pueblo se pare, pues la ciudadanía se siente indefensa y sin ningún respaldo incluso de la fuerza pública. Hay que mirar la historia de Medellín y tratar de seguirla”, recomienda el ciudadano, quien anhela poder salir a comer con su familia sin tener miedo de que suceda un hecho violento en esta ciudad.

El presidente de la ciudadela Simón Bolívar, Gen Navarrete, recalca que la ciudadanía no tiene el poder para detener al narco, el crimen y la delincuencia. Por esto, alza su voz y exige al Gobierno y a la Asamblea que creen políticas más severas. “Que cambien leyes del sistema judicial, sobre todo para combatir la corrupción en todos los estratos sociales; que haya un referéndum y que el pueblo se pronuncie para mejorar la justicia”, resalta.

Con el espejo de Medellín, Navarrete apunta a que es necesario poner en marcha proyectos orientados al arte, la cultura, la música y el deporte.

En estas últimas aristas, Abdón Segovia, gestor cultural y artista guayaquileño, considera que para no reflejarse en la Medellín de los 90, Guayaquil debe apuntar a que su comunidad y autoridades trabajen en equipo, con conciencia, sentido de pertenencia y orgullo.

“¿Cómo salieron adelante? Con la atención de las zonas vulnerables promovieron la conciliación entre barrios que se mataban unos a otros (...) buscaron mecanismos para que funcione y así reducir el desempleo”, analiza Segovia. Dice que la violencia que vive Guayaquil es la consecuencia de una “administración municipal violenta y sin empatía”.

Para el presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, Miguel Ángel González, el Puerto Principal no es capaz de avanzar por el sendero de Medellín porque no existe unidad total. Considera que los actores políticos siguen priorizando el tomar decisiones basadas en estrategias políticas y no “enfocadas en mejorar el bienestar de todos”.

¿Cómo podemos actuar si el sistema de justicia más favorece al delincuente y hay casos de uniformados y políticos corruptos? Qué mal estamos.
​Lucía Macías
​Habitante de la ciudadela La Garzota

La calle Panamá es un ejemplo en el centro

Diferentes propietarios de negocios de gastronomía anhelan que el mismo brillo que tiene la calle Panamá durante el día se extienda hasta la noche. Ellos aplauden que, con la intervención, se le haya cambiado la cara, pero piden que sea un ejemplo que se multiplique en el centro, pues esta zona muere pasadas las 17:00.

Marcelo Mite, del restaurante La Pesca, lo tiene claro. Mientras despacha algunos pedidos cuenta que durante el año y dos meses que lleva laborando allí no ha existido ningún problema delincuencial, pero afirma que la seguridad se da únicamente en la Panamá y es por esto que se cuidan y cierran sus puertas máximo a las 18:00.

“No nos arriesgamos y sí, es un claro ejemplo de recuperación en el centro, pero sería bueno que exista un plan no solo en esta calle, sino en todo el entorno, pues pasa que el cliente viene con su familia, no halla parqueo, deja su carro en otras cuadras y le roban. Si pasa eso, lo perdemos”, explica Mite.

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La recuperación de la calle contribuyó a revivir esta parte del casco comercial.Christian Vásconez