¡Hicieron la misa en la montaña donde murieron!

Marieta Campaña Villacís, Pastaza
Enlodados, cansados, sudorosos, ansiosos... Familiares de los 22 militares fallecidos en el accidente del avión Arava, el 15 de marzo, llegaron a la montaña que les arrebató la vida a los uniformados. El llanto fue la primera reacción. Luego vino la justificación: “200 metros más y no pasaba nada”, “entró en la nube y se perdió”, “por qué estarían volando tan bajo”, “si no fuera por esos árboles”...
Preguntas, hipótesis, conjeturas, inundaron la montaña Independiente. Allí se levantó una cruz de 2,20 por 1,20 metros. Delante de ella tres más pequeñas de mármol y cemento: cada una por Santiago Sarango, Édison Guevara y Wilson Pila.
Antes de la misa celebrada por el padre Manuel bajaron hasta el fondo de la quebrada, que separa dos montañas, y se sentaron en silencio sobre los troncos de los árboles talados hace tres meses para recuperar los cuerpos. Benito Almache hizo un hueco para enterrar un recuerdo que dejó su hijo: una medalla de honor.
Las esposas, madres y tíos permanecieron en silencio por casi quince minutos. Luego vino la misa y el consuelo para los deudos.
Formaron un medio círculo delante de las cruces que recuerdan a los 22 militares. Lucían cansados y se acomodaron en los troncos de árboles que cayeron como consecuencia del accidente. Otros habían sido talados para recuperar las víctimas. Las lágrimas no cesaron durante las casi dos horas que permanecieron en el lugar.