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La mujer su reunió con su hijo en la sala de conferencias de la Unidad de Vigilancia Comunitaria (UVC) de Ambato.Yadira Illescas / Extra

¡Abrazó a su hijo luego de 28 años!

Narcisa Mantilla Villalba ya no llorará de tristeza, lo hará de alegría y tendrá un motivo más para dar gracias a Dios. Encontró a su hijo después de 28 años de incansable búsqueda.

Narcisa Mantilla Villalba ya no llorará de tristeza, lo hará de alegría y tendrá un motivo más para dar gracias a Dios. Encontró a su hijo después de 28 años de incansable búsqueda.

En la sala de conferencias de la Unidad de Vigilancia Comunitaria (UVC) de Ambato, provincia de Tungurahua, se hizo la presentación formal.

En el sitio esperaba Narcisa junto a tres de sus hijos menores: Gisela, Jenny y Edwin. Estaban nerviosos, pero también emocionados de poder tener en la familia al integrante que faltaba. A las 10:30 del jueves 13 de diciembre, Vinicio Marcelo Altamirano, ahora de 34 años de edad, ingresó a la sala y lo primero que hizo fue darle aquellos abrazos que tanto quería a su madre. Ellos no se habían visto durante 28 años.

El reencuentro removió sentimientos y recuerdos. Gisela fue quien siempre daba ánimos a su madre para buscar a su ‘ñaño’ y esa constancia dio el mejor de los frutos. La joven mencionó que su progenitora tuvo que dejar a su hermano en casa de la abuela, en Baños de Agua Santa, porque decidió separarse de su conviviente debido a los constantes maltratos. Ella trabajaba en Quito y de manera permanente iba a visitar a su primogénito.

En uno de esos viajes le dieron la ingrata noticia que su hijo había desaparecido y en ese momento su mundo cambió. “Lo busqué por todos lados, al principio creíamos que el papá se lo había llevado y le había cambiado de nombre. Dios tuvo misericordia y me lo devolvió”, mencionó.

Vinicio recordó que se extravió por seguir a su mamá. “Alguna vez me pareció que la vi y corrí hasta la terminal en Baños y me subí en un carro y al no verla me quedé dormido y desperté en Riobamba. Desde esa fecha pasé en diferentes casas hogares, hasta que a los 17 años me trasladaron a Ambato. Trabajé y estudié. Lloraba mucho porque creía que mi madre me había olvidado”, mencionó.

Vivían a cinco minutos

Narcisa formó otro hogar, tuvo a cuatro hijos y cambió su residencia de Baños al cantón Cevallos. Mientras que Vinicio se casó, tuvo a su primera hija que ahora tiene 10 años, y habitaba en la parroquia Montalvo. Apenas cinco minutos los separaban, pero no se conocían.

Narcisa junto a Gisela en el 2016 pusieron la denuncia en la Unidad de Desaparecidos de la Dinased en Tungurahua. El capitán Diego Villalba, jefe de la Dinased, manifestó que tenían poca información, pero nunca dejaron de investigar. El cabo primero Miguel Carrillo estuvo a cargo de las indagaciones y aseguró que el caso se complicó porque no tenían ningún rastro, pero que la difusión en todo el país permitió encontrarlo.

“Nunca pierdan la fe. Hay muchas familias que aún buscan a sus seres queridos, fui una de ellas y he logrado encontrar a mi hijo”, agradeció Narcisa quien hará una reunión familiar para presentar a su hijo que estaba perdido y ahora lo volvió a sus brazos.