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‘Huiña-Huilli’, el demonio de la quebrada en Guaranda
Según los relatos, se trataba de un ser extraño que se convertía en ‘guagua’ y lloraba. Se les presentaba a la medianoche a borrachos y personas de mal corazón.

Hasta el cuchaqui se les quitaba a los chumaditos cuando escuchaban el canto de un bebé.
Su rostro refleja la sabiduría adquirida en las aulas de la vida. En su mente guarda todos aquellos recuerdos del día a día, entre ellas, los cuentos que les narraban sus padres y abuelitos en las noches acompañadas con velas o candiles (faroles que se encendían con querosene).
Una de las que más añora es la del ‘huiña-huilli’, que trata sobre el demonio que se convierte en bebé o ‘guagua’ -como dicen en las comunidades indígenas- que se le aparecían a las personas egoístas, estafadoras y borrachas.
“Con esas narraciones nos metían el miedo y para evitar que se nos presente ese demonio nos portábamos bien. Muchos decían que lo observaban”, relata José Caiza, quien a sus 80 años mantiene la lucidez y ha transmitido estos conocimientos a sus hijos y nietos.
José habita en Guanujo, perteneciente a Guaranda, provincia de Bolívar. Mientras realiza sus jornadas en el campo cuenta que el ‘huiña-huilli’ se aparecía a la medianoche a las personas de mal corazón. “Era como que los seguía y cuando estaban en lugares desolados ahí lloraba... era un llanto que estremecía y a la vez conmovía. Cuentan los abuelos que sus víctimas lo tomaban entre sus brazos pensando que era un guagua que habían abandonado. Pero cuando lo destapaban observaban a una bola con grandes uñas y que quemaba todo el cuerpo”, relata el octogenario.
José hace un alto a sus labores, se levanta y con su mirada quieta en el firmamento, dice que en la quebrada de Las Lajas siempre veían al demonio.
“Mi abuelo era bueno para darle el misterio a las historias. Dice que hace más de cien años a cierto hombrecito, famoso por hacer trampas en los juegos de cartas, bajaba por la quebrada y ¡zas!, que se le aparece la criatura. Él lo tomó entre sus brazos y al poco rato ese bulto se comenzó a calentar y las manos del bebé se convirtieron en garras que el hombre del susto lo soltó, pero se desmayó. Luego contaba que le había dicho: ‘Te tengo, ahora eres mío y te devoraré’. Mi abuelo siempre decía que desde ese momento ese hombre dejó de hacer trampas. Esa historia se repetía para que los muchachos no hagan el mal”, mencionó Caiza.
Una historia similar se contaba en las comunidades indígenas de Tungurahua, aunque muchos aseguran que el ‘huiña huilli’ aún se presenta, en especial a los chumaditos.
José Caiza, de 80 años, relató la historia del ‘huiña huilli’, como parte de la cultura.
Por las zonas despobladas, el ser extraño se les presentaba a los trasnochadores.
Se mantiene viva la historia de antaño
Pedro Reino, cronista e historiador, expresó que en todos los pueblos tanto indígenas, afros o montuvios, hay una leyenda que ha marcado parte de su historia. “Las leyendas son la parte viva de las historias de los pueblos y se las debe impulsar más. Los padres deberían darse tiempo para contarles cuentos a sus hijos o revivir lo que a ellos, sus antepasados, les narraron”, agregó Reino.
“Las leyendas son relatos que no deberían perderse porque son parte de las creencias populares que se presentan como hechos reales”, dijo el cronista.