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Diario Extra Ecuador

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¡El calvario no termina!

Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana Campoverde, continúa en la búsqueda de justicia. Su dolor aumenta al escuchar el testimonio del pastor implicado en su desaparición. Dice que la “deshonra”.

Elizabeth se aferra al recuerdo de su hija para no perder la esperanza de encontrar aunque sea su cuerpo para sepultarlo.

Elizabeth se aferra al recuerdo de su hija para no perder la esperanza de encontrar aunque sea su cuerpo para sepultarlo.Karina Defas, AAM/ EXTRA

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No recuerda el nombre del motel, mucho menos el número de habitación. Solo “un espejo grande” se cuela en la memoria de Jonathan Carrillo al hablar sobre la mañana en la que, supuestamente, se acostó con Juliana Campoverde. “Ella se me insinuaba, sentía que ella me quería y por lo que me dijo en el camino (hacia ese lugar), esto se dio”.

Era el 8 de noviembre de 2017, cuando el pastor evangélico, acusado de la desaparición de la muchacha, de 18 años, se instaló en una sala del Centro de Rehabilitación Social de Latacunga, en Cotopaxi, e inició su confesión...

“Me insinuó que quería estar conmigo de forma sexual. Me llamó la atención pero, a la vez como hombre, me sentí halagado”. Carrillo dice que solo pasó una vez y desde que July dejó la iglesia, él ya no la veía como “hermana de sangre”: se convirtió en una mujer.

Al escuchar aquel relato que “deshonra” a su primogénita, el corazón de Elizabeth Rodríguez se desgarra. Asegura que el acto no fue consensuado. “Él la violó. Ella no hubiera permitido que la tocara. Ella hubiera gritado...”, cuenta semanas después de esa diligencia que la dejó devastada. Lo que pasó con su niña aviva el dolor de ese 7 de julio del 2012, en el que no la volvió a ver.

Esa mañana, antes de despedirse, ambas se encontraron con Carrillo. En la versión dada por el implicado, él habla de una especie de clave, un “gesto” con el que supuestamente supo que ella quería hablar con él. Estacionó su Aveo gris cerca de la tienda naturista que July regentaba.

La vio acercarse por el retrovisor. “Conversamos unos veinte minutos... Por la plática que teníamos, me invitó a tomar una intersección... Me di cuenta que era un lugar como unas cabañas... Pasamos ahí hasta el mediodía”, narra el procesado.

Con aquella confesión, para Rodríguez no existen dudas: Jonathan Patricio Carrillo Sánchez es el “responsable” de su calvario. Lo conoció hace unos años. Era pastor de la iglesia a la que ella y Juliana asistieron durante casi una década.

Curiosamente, un mes y medio después de que abandonaran la práctica religiosa, porque “July se sentía presionada” por su consejero, la chica desapareció.

Pero tan dolorosa como su ausencia son las “mentiras” con las que el acusado ha plagado sus versiones judiciales, manifiesta Elizabeth. Hoy, por ejemplo, dice que “eran amantes”.

Ella no era de ese tipo de muchachas, refuta su mamá. La misma Juliana le contó de la “visión” que le habría compartido Carrillo: ella se convertía en esposa de su hermano Israel. Él y su padre salieron del país sin ampliar la versión de los hechos, que vinculan ahora a Jonathan en un secuestro extorsivo con resultado de muerte.

El 5 de febrero próximo se instalará la audiencia preparatoria de juicio contra del procesado. A decir de la progenitora, fue esa coacción del pastor para casarse con Israel la que preocupó y “mantuvo angustiada” a la chica.

Recién, seis años más tarde, el hombre reveló la motivación que tuvo para sugerirle un matrimonio con su pariente. Con esto podía “sentirme libre, o sea ver que está con alguien más”.

Jonathan es casado, padre de un niño, incluso su hermana era compañera de colegio de Juliana. Sin embargo, el primer perfil psicológico del ministro ya revelaba una “obsesión” por ella.

Según el informe, a Carrillo le “molestaban las decisiones” de July. Quería saber con quién salía, hasta la “presionaba” para terminar su relación con algún pretendiente.

Así lo hizo con Fabián Mendoza, un “buen muchacho” al que Elizabeth apreciaba. “Fue muy sincero desde el principio. Me pidió permiso para que sean amigos y un año después para que sean novios”, manifiesta.

Pese a los años transcurridos, para él es difícil hablar de la chica. Vía telefónica dice a EXTRA que no está listo, que “todo ha sido muy duro”. Es que Campoverde no era solo una amiga, “era el amor de mi vida”.

Rodríguez nunca dudó del muchacho cuando su niña desapareció. Incluso la madre de Mendoza acompaña a Elizabeth a los plantones que hace en busca de respuestas.

El nombre del joven aparece frecuentemente en la historia de Juliana. Hasta el mismo Carrillo lo menciona en su testimonio. “Me contó que estaba ilusionada con otra persona y deduje que se trataba de Fabián y que ella iba a estar con él, porque estar con él era como estar conmigo... Iba a formalizar una relación, dejándome, además, intuí que ella ya había mantenido relaciones sexuales con él”, describe el detenido frente a Mayra Soria, fiscal número 12 en el caso.

Continúa su versión judicial... “Luego ella puso el tema de que me separe de mi mujer para estar con ella. Es ahí donde me demoré mucho tiempo haciéndole entender que eso no era posible”.

Absalón Campoverde, padre de la desaparecida, cuenta que hace más de un mes la pareja del procesado “lo dejó”. Incluso durante la pericia en la que se buscó los restos de la joven en el patio de la vivienda del indagado, en donde los georradares confirmaron la remoción de tierra, se constató que la casa estaba deshabitada.

¿Muerte accidental?

Al salir del motel, el consejero de la iglesia añade que supuestamente pasó la tarde con la chica en una plaza comercial del norte de Quito. Luego se ofreció a llevarla hasta un punto en el que pudiera tomar un bus a su casa en la Biloxi, en el sur. “Se le descargó el teléfono o se le apagó... Le di mi celular para que avise que está regresando. Fue ahí donde ella cambió el chip, porque sus contactos los tenía en esa memoria”.

Esta sería la coartada con la que él podría “justificar” que el número de IMEI del que se mandó un mensaje de texto en el que Juliana, supuestamente, se despedía de su familia, corresponde al teléfono del acusado.

“La pude acompañar hasta la esquina de la avenida América y la Gasca porque se enojó”, indica el acusado. Después añade que dos días más tarde Campoverde se presentó en su oficina, donde él se desempeñaba en el área de sistemas. “Llegó con amenazas de que va a contarle todo a mi familia y a los miembros de iglesia sobre lo que había sucedido. Le pedí que se tranquilice y que regrese a su casa porque la estaban buscando”.

Pero en la bitácora de ingresos a esa dependencia no constaba el nombre de la chica. Tampoco apareció en los vídeos de seguridad.

En la segunda página de la versión ampliada y voluntaria de Carrillo, como parte de un acuerdo de cooperación eficaz, describe lo que sucedió el 10 de julio. El hombre regresaba del trabajo, caminando por la calle Pedregal a su departamento. Juliana habría esperado en una esquina para exigirle que tomara una decisión y decirle que no regresaría a su casa mientras que él no estuviera con ella.

Ambos entraron al parqueadero del condominio, discutieron y forcejearon. “Ella se tropezó y se cayó de cabeza (...) Pensé que se iba a levantar, pero no fue así (...) Me di cuenta que ya no reaccionaba”. Subió al apartamento, tomó las llaves del auto y debió “meterla en una funda para subirla”. Llegó al pasaje Baquero, en Bellavista (norte de Quito), en cuya quebrada habría arrojado el cuerpo.

Carrillo afirma que después de tres meses fue al lugar “con la intención de sacarla para que la encuentren”, pero la maleza había crecido.

¡Suspendieron a la fiscal en un momento clave!

A seis días de la audiencia preparatoria de juicio en contra de Jonathan Carrillo, Elizabeth Rodríguez se acercó la mañana de ayer hasta el Consejo de la Judicatura para entregar un documento en el que exige la reintegración de la fiscal Mayra Soria al caso de su hija.

La entidad le notificó a la fiscal de su suspensión de 30 días sin sueldo por no dar trámite a un proceso de índole sexual en una institución educativa en 2013.

“No es coincidencial, no sabemos si el cuerpo de pastores de Quito está metiendo mano. Es muy preocupante que unos días antes decidan suspenderla”, dijo la madre.

Rodríguez afirmó que los cambios de fiscal a lo largo de la investigación han vulnerado su derecho a la celeridad y a una tutela judicial efectiva.

“Después de que once fiscales pasaron por el caso, Mayra Soria es la única que se ha comprometido con esta investigación y encontró los elementos de convicción para la formulación de cargos”, dijo la progenitora en el plantón convocado en las afueras de la Judicatura.

Sostuvo, además, que el caso tiene 130 cuerpos de 100 fojas cada uno y que sería imposible que el nuevo fiscal, que aún no ha sido designado, se empape de los detalles de las investigaciones hasta el 5 de febrero.

“El nuevo fiscal no va a poder profundizar en las investigaciones. Ella ya sabe qué pruebas entregar en la audiencia”, comentó Rodríguez.

La madre de Juliana pidió una prórroga para la aplicación de la sanción de Mayra Soria, es decir que la sancionen luego del 5 de febrero.

El otro escenario que establece Rodríguez es que se decida diferir la diligencia, lo que pondría en un nuevo estado de indefensión a la familia. “El Estado me debe mucho, son casi siete años en los que he recibido largas”, dijo.

El documento fue entregado en la ventanilla de la institución en compañía de Daniel Véjar, su abogado.

A pesar de la insistencia de los protestantes, ningún funcionario del Consejo de la Judicatura se hizo presente. (DMA)

La búsqueda en la quebrada

Hasta ahora, en la hondonada no se ha encontrado rastro alguno del cadáver. En la búsqueda aparecieron cuatro osamentas humanas, incluyendo un diente. En el cotejamiento de ADN que se hizo con los padres de la muchacha no hubo coincidencias. “Dos salieron negativas y las otras dos indeterminadas. Lo que se sabe es que son de mujer”, dice Daniel Véjar, coordinador jurídico de Inredh, organismo encargado de la defensa de los Campoverde.

Rodríguez puso una denuncia particular en contra del pastor por asesinato. Véjar cree que la figura que usa la Fiscalía de secuestro extorsivo con fin de muerte también es adecuada. No por el nombre del artículo, sino por la descripción: “La persona que prive de la libertad, retenga, oculte, arrebate o traslade a lugar distinto a otra en contra de su voluntad”. Una prueba de luminol dio positiva para el baño y el parqueadero de la casa del sujeto.

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