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Las quemaduras aún lo tienen atado al hospital

Redacción Quito
Fernando Ruales no ha visto a su familia desde hace un mes. El hombre fue quemado vivo supuestamente por su pareja y el hijo de ella, en mayo pasado, en Carapungo, norte de Quito.
La razón por la que no ha podido recibir visitas es porque la piel de sus brazos está sumamente frágil, esto debido a la gravedad de las heridas y porque es propensa a infectarse por los virus de los visitantes.
Así lo explicó el hermano de Ruales, quien prefirió mantener el anonimato después del incidente. “Los médicos estiman que probablemente él saldría luego de tres o cuatro meses de la casa de salud”, indicó el pariente.
Ayer, el allegado se dirigió hasta el hospital Eugenio Espejo, en donde Fernando todavía sigue internado. Allí, los doctores le detallaron que Ruales se encuentra estable, pero que las heridas siguen vulnerables ante posibles infecciones.
Puede hablar
El ataque sucedió la madrugada del 22 de mayo, en el sector de la etapa E. Según la información policial, el hombre, de 62 años, fue mojado con thinner y luego lo incineraron.
Tras el hecho, él fue alojado en el Eugenio Espejo, en el área de cuidados intensivos. Una de las partes afectadas fue su garganta, en donde se colocó un aparato para que pudiera respirar.