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Lluvia y sismos tienen en ‘jaque’ a Pedernales
Miguel Ángel González, Pedernales (Manabí)
Ruby Espinosa usaba un generador de luz para alumbrar su negocio. El ruido de aquella máquina, que funciona con combustible, invadía la tienda de víveres.
La mujer atendía a los clientes, quienes llegaban en busca de productos básicos como arroz, azúcar e incluso líquido vital. Sin embargo, una gotera interrumpía el ritmo casi normal de ese lugar.
“Me quedé sin techo y el agua está filtrándose por un gotera”, precisó Espinosa. El agujero dejaba caer gotas en algunos alimentos, ya que la lluvia no cesaba desde la madrugada de ayer.
El clima arreció sobre Pedernales, en Manabí. La llovizna se precipitó en la ciudad, tras los diversos sismos que ‘azotaron’, nuevamente, a los pedernalenses, desde la tarde del miércoles hasta la noche del jueves pasado.
El líquido se acumulaba en las calles, donde se formaban charcos. En todos los sectores que tenían casas derrumbadas, el temporal dejó su huella.
Las personas que se dedicaban a las labores de limpieza estaban preocupadas por el clima. Varios pobladores y trabajadores que se hallaban en las calles centrales de la ciudad estaban con palas, escobas y maquinaria.
Ellos explicaban que las construcciones caídas podrían seguir derrumbándose por las filtraciones. A ello se sumaba la inevitable preocupación por las réplicas.
Para Diagny Puertas, la situación continúa siendo alarmante, porque no saben en qué momento llegará un nuevo sacudón. “Solo nosotros podemos saber lo que ocurrió esa noche (16 de abril)”, manifestó la comerciante, al referirse al terremoto de 7,8 grados.
Ella también reabrió su tienda para el público, que inevitablemente buscaba más cosas para alimentarse o para vestirse.
Ese panorama se vivió en la calle Eloy Alfaro, donde había una construcción derribada. Un grupo de personas rebuscaba en la escombrera para llevarse ropa, zapatos, vajillas y demás cosas. Aquel punto centralino era un local comercial que se cayó en su totalidad por el remezón.
Los policías que custodiaban el sector los desalojaron porque existía el peligro de que una edificación aledaña se derrumbara.
Masajes para el estrés
El estrés se apoderó nuevamente de la mente y cuerpo de Michelly Basurto tras los seísmos recientes. Temía que algo peor ocurriera. Para aliviarse, ella fue donde Osvaldo Polo, un cubano que llegó junto a Galo Cubillos para socorrer a los damnificados.
Ellos lo hacían de una manera muy particular: daban masajes a las víctimas del desastre natural. “Ellos tienen una herida abierta. Con los recientes sismos, esta se reabrió y los tensionó”, precisó Cubillos, mientras su compañero masajeaba a Basurto.
Los dos pertenecen a la religión de la cienciología, radicada en el mundo. Ambos fueron a la nueva terminal terrestre de Pedernales, donde Michelly y su familia se alojaron.
Una carpa del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) fue levantada en ese sector. La gente, en su mayoría mujeres y niños, reposaba en los colchones donados. Entretanto, los policías resguardaban el refugio e intentaban abrir una zanja para que el agua acumulada no siguiera mezclándose con el lodo.
Chamberos a la fuerza
En otro sector de Pedernales, los minadores de basura se juntaron. Eran campesinos que perdieron sus casas o se dañaron por el terremoto.
Se hicieron chamberos por necesidad. Rebuscaban en los restos de las viviendas que eran botados en un terreno, ‘a punta’ de pala mecánica.
Antonio Cedeño llegó del poblado Cañaveral, en las afueras de la ciudad. Un vecino le dijo que en ese sitio había tela de colchón, ideal para las monturas de los animales.
“Muchas veces no podemos comprar porque es cara. Acá conseguí lo suficiente”, aseveró el agricultor, que tuvo daños menores en su vivienda.
Sin embargo, los minadores buscaban cosas que también pudieran servirles. Esta vez no tuvieron suerte porque la lluvia los obligó a irse a sus casas.
Además, la destrucción era tan evidente que todo se dañó y mucho era inservible.