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¡Madre Tierra, no tiembles más, por favor!
Evelyn Centeno, Santo Domingo de los Tsáchilas
Con su indumentaria tradicional, concentrados, en ayunas, sin dormir, rodeados de sus esposas y libres de energías negativas, los sabios de la nacionalidad tsáchila efectuaron la ceremonia a la To Ayan (Madre Tierra) para pedirle que cese su furia en el país.
La To Ayan reclama su espacio, eso es lo que los tsáchilas traducen por el terremoto que devastó algunas localidades de Manabí y Esmeraldas, así como el desbordamiento del río Damas que afectó a Alluriquín.
Para calmarla, los ponés (chamanes) tsáchilas efectuaron un ritual especial que duró tres días.
Los miembros de la Asociación de Naturistas Tsáchila sintieron el llamado de aplicar sus conocimientos milenarios para que la tierra “calme su ira”, como lo hacían sus antepasados.
Tuvieron visiones
En la Aldea Colorada se respiraba paz. Solo el trinar de las aves y los enérgicos rezos en tsafiki de los ponés alteraban la tranquilidad del lugar.