La tarde del 30 de julio de 2022 se llevó a cabo en Quito, la marcha LGBTI. Miles de personas se sumaron a la iniciativa de la bandera arcoíris y recorrieron la avenida amazonas en el norte de la ciudad vestidos de colores, plumas, y pelucas multicolores.

Es la cuarta vez que Sebastián Arteaga es parte de la iniciativa que promueve la inclusión y la igualdad de derechos para los miembros de la comunidad LGBTI. Tiene 23 años y, aunque fue difícil confesar a sus padres que es homosexual, hoy lo apoyan.

No marcha con vestido o tacones solo con una bandera atada a la espalda como si fuera un superhéroe. “Así me siento porque he luchado por el respeto a la diferencia, por el amor diverso, por la no discriminación por orientación sexual”, reconoce.

Pero sabe que la batalla aún continúa, incluso dentro de la propia comunidad. “Existen miembros más vulnerables que no son incluidos en el mercado laboral como las personas trans y a veces la exclusión llega puertas adentro”, agrega.

Danilo Manzano, del colectivo Orgullo Diverso, coincide que la falla muchas veces es interna. “Seguimos discriminando, seguimos replicando conductas heteropatriarcales, misóginas y machistas… El respeto viene de casa” enfatiza.

Al oírlo Maite Esparza se conmueve. A los 14 supo que era lesbiana. En ese momento debió enfrentar la ira de su madre, quien la llevó a una clínica que ofrecía curar su enfermedad. “Yo creo que lo hizo por ignorancia. Ahí no me pegaban, pero me tenía rezando para que cambiara mi orientación”.

Ella llegó acompañada de algunos amigos. No todos son miembros de la comunidad, pero respaldan el amor diverso. La tolerancia y el aceptar que no todos pensamos igual puede hacer de este mundo un lugar mejor para todos”, precisa Esparza.

A pocos metros de ella desfilan varias comparsas con representantes de colectivos LGBTI. Bailan, gritan, corean canciones de Lady Gaga. Están felices. En 2022 no es una marcha más, todos conmemoran los 25 años de despenalización de la homosexualidad.