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Diario Extra Ecuador

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Marimba contra la violencIa

Los participantes pertenecen a distintos sectores de Santo Domingo.

Los participantes pertenecen a distintos sectores de Santo Domingo.Fotos: EC

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Con 78 años, Tarcila Obando asegura que la música afroecuatoriana aún corre por sus venas y que solo la perderá el día que muera. La mujer, proveniente de Esmeraldas, explica que la marimba, un ritmo que identifica a los afros, “al cojo lo hace bailar”. Por eso, en sus tiempos mozos “oscurecía y amanecía bailando”.

La septuagenaria fue parte de una nutrida agrupación de ciudadanos que el pasado fin de semana, a través de sus danzas, marcharon contra la violencia en la cooperativa Juan Eulogio de Santo Domingo. Más de 500 personas se sumaron a la protesta en contra de todo tipo de agresión entre seres humanos.

Con el grupo La Siembra, Janneth Alarcón, de 33 años, puso todo el sabor afrodescendiente en forma de danzas ancestrales. “Hemos puesto todo de nuestra parte para marchar contra la violencia, porque uno tiene que sembrar amor para cosechar amor”, señala. Alarcón explica también que su baile representa el ciclo de la siembra y la cosecha ancestral.

Janneth y Tarcila empezaron a danzar estos ritmos desde la infancia y crecieron amándolos y compartiendo sus conocimientos con las nuevas generaciones. Aunque aseguran que su sabor no se aprende, sino que forma parte de ellos desde la cuna.

“En Esmeraldas, si alguien le dice que no sabe bailar, es porque no quiere bailar, porque sí sabe”, comenta Obando.

Según Alarcón, los niños desde pequeños ya danzan porque es un “don innato”: “Bailar es algo que me nace, me vibra por dentro. Algo que me hace sentir muy alegre”.

Participan mestizos

En este grupo participan también mestizos, pues quieren ser incluyentes y diversos.

Bryan Ordóñez es uno de ellos y, pese a que su piel es blanca, indica que el danzar esos ritmos es algo que lo llena de alegría. Y pese a las posibles críticas que pueda recibir, él lo hace con mucho orgullo.

“Todos somos iguales. Cuando yo bailo siento inspiración, siento que se me sube la sangre y se me alborota. Cuando tenga mi familia, me gustaría enseñarle a mis hijos”, sostiene.

Los niños también están heredando estas costumbres. Algunos como Samy Angulo son conscientes de su importancia: “Las demás personas de diferentes colores no deben subestimar a nadie porque todos somos iguales”, indica.

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