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Un edén donde los mariscos reinan, La Caraguay
El aroma a marisco es inevitable. Quien no sea fanático de esta categoría de alimento podría pasarla mal por el olor que incluso te penetra en la ropa que vistas.

Vocear los productos que ofertan a gritos es algo normal, el potencial comprador se acerca, pregunta, y negocia el valor.
El amante de los mariscos (sobre todo el pescado) conoce el lugar y sabe que este es el sitio ideal para comprarlos y probarlos; algunos personas quizás nunca hayan ido y habrán escuchado a sus familiares o amigos que es donde más fresco se consiguen los pescados, incluso más económico.
El movimiento de gente es fluido para ser una noche de jueves, 19H45; es como si se tratara de un remate de ropa en exteriores de un centro comercial, la gente aglomerada en las distintas entradas del mercado municipal Caraguay, donde se venden los mariscos más solicitados de Guayaquil, dan la impresión como si se tratara de que los van regalar pero no es así.
Aquellas personas esperaban pacientemente que el reloj marque las 20H00, hora nocturna cuando se empieza atender en ‘La Caraguay’, para ingresar por el tipo de marisco que se ajuste a su apetito y necesidad.
El comercio informal también hace presencia en los exteriores del lugar. Quienes que no tienen un quiosco autorizado aprovechan las aceras del mercado para vender artículos varios.
Ya en el interior, el aroma a marisco es inevitable. Quien no sea fanático de esta categoría de alimento podría pasarla mal por el olor que incluso te penetra en la ropa.
El suelo mojado con agua de pescado, proveniente de la limpieza del marisco, es también ineludible; para ciertas personas usar botas de caucho no pasa como una exageración sino un necesidad, otros prefieren zapatos deportivos y unos más descomplicados/as usan sandalias.
Este líquido termina siendo evacuado por drenajes improvisados: los finos espacios entre la tapa de alcantarilla y el suelo, allí llegan gracias a que unos cuantos comerciantes con escobas en mano la barren hasta este lugar.
Pese a todos estas particularidades, la gente no rehuye y comienza la búsqueda de su pescado favorito; la variedad es amplia: albacora, bagres, corvina, robálos, dorado, atún, entre otros. El valor por libra depende del tipo de pescado.
Los comerciantes de los 90 puestos autorizados dentro del mercado comienzan sus labores. Vocear los productos que ofertan a gritos es algo normal, el potencial comprador se acerca, pregunta, y negocia el valor; si todo prospera, el cliente tiene la opción de pedirlo limpio (sin escamas, tripas y con la cabeza cortada) y llevarlo listo para preparar o en su forma natural, entero y con todo.
De esta forma ambos parten satisfechos, uno con su dinero y el otro con su pescado.
Los clientes, de todo estrato social, vienen con diferentes propósitos. Unos compran para su consumo en el hogar, otros para negocios gastronómicos como picanterías, o para algún evento particular que tengan.
Pero además de estos peces también están los camarones, calamares, langostinos, aunque estos con una menor demanda, y los crustáceos tales como el cangrejo, la jaiba, y la pangora, pero estos últimos tienen su propia área cerca de las orillas del río Guayas.
‘Crustáceolandia’
El cangrejo es el líder de esta zona. Las planchas unas sobre las otras de los apetecidos ‘pata gorda’ invitan a cualquier que guste ellos se acerque a la veintena de puestos de comerciantes que los ofertan.
“Cuantos anda buscando”, “Lleve su atado, Lleve su plancha”, son algunas de las frases que vociferan los vendedores del área del crustáceo.
Los compradores y algunos curiosos (incluso extranjeros) se acercan a preguntar por los valores, mientras las grandes carretas metálicas pasan haciendo un ruido estruendoso y algunos comerciantes también limpian el espacio por donde camina el público.
Según la cantidad de cangrejos que incluye el atado, es el precio; 8, 12, 14 y hasta 16 dólares puede costar este producto que se entrega amarrado con un soga y donde algunos de los crustáceos aún mueven sus tenazas.
Cada uno de estos atados incluyen 14 cangrejos y una denominada ‘plancha’ completa pueden llegar a tener 56 unidades.
En uno de los puestos encontramos a Mariano Parrales. Él es presidente de la Unión de Organizaciones de Cangrejeros y Pescadores Artesanales Riveras del Golfo de Guayaquil y se encarga de mantener ‘todo en orden’; que se cumplan los periodos de las vedas, que no comercien conchas pequeñas y otras tareas más.
El comerciante nos explica que el precio de los cangrejos puede variar por algunos factores. Entre los más relevantes están los aguajes en su zona de pesca (El Morro, Jambelí, Isla Puná, Punta Piedra, Posorja), los feriados, y la proximidad a una veda, cuando “puden subir un poco”, acota Parrales.
En medio de la conversación nos hace una petición relacionada con las faenas de pesca: más seguridad por parte de las autoridades marítimas ante la presencia de piratas, de los cuales ya han sido víctimas en reiteradas ocasiones y les han sustraído los productos obtenidos durante su jornada de trabajo.
Horarios y días de atención
‘La Caraguay’, ubicada en Calle H y General Robles (ingresando por la Av. Domingo Comín), atiende de lunes a domingo las 24 horas, sin embargo hay que tener en cuenta los horarios precisos para ir a comprar mariscos:
20H00-00H00; luego de un receso reaperturan 03H00-07H00 (en el día la zona de mariscos está cerrada). La zona de crustáceos atiende 04H30-07H00 y 20H00-23H00.
Tenga en cuenta que el mercado Caraguay cuenta con la presencia de agentes de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) y la Policía Nacional en horas nocturnas para resguardar y garantizar la seguridad, tanto vial como de integridad.