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Los matrimonios forzados son perjudiciales para el desarrollo de las niñez y adolescencia.CANVA

Matrimonios forzados en Ecuador: aún hay padres que venden a sus hijas en $ 5.000

Las uniones tempranas son una práctica perjudicial para las niñas y adolescentes, que se ven obligadas a asumir un rol que no va de acuerdo a su edad

A sus 19 años, Martha ya retiraba a su hijo de seis de una escuela unidocente en un recinto del cantón Rioverde, en la provincia de Esmeraldas. Su rutina consistía en preparar el almuerzo, atender a su marido, de 37 años, y jugar bingo por las tardes. No había terminado la educación primaria.

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Según el ‘Estudio sobre matrimonio y uniones infantiles tempranas y forzadas en niñas y adolescentes mujeres’, realizado por Plan International, Unicef y UNFPA, en Esmeraldas el 35,7 % de las mujeres de 18 a 49 años se habían casado o unido antes de los 18 años. Además, Martha quedó viuda, con dos niños pequeños.

Para Rocío Rosero Garcés, representante de la Coalición Nacional de Mujeres y exviceministra de Inclusión Social, estas cifras son alarmantes y preocupantes, ya que se asocian con graves formas de violencia.

“Esto se ha normalizado porque se invocan costumbres, valores religiosos y valores socioculturales. Es decir, a la gente no le escandaliza”, explica.

Garcés, junto con otras activistas y organizaciones, logró que en 2015 se estableciera en el Código Civil que la edad mínima para casarse fuera de 18 años. “Fue un logro, pero si bien las niñas no se casan formalmente, aún existen uniones precoces y forzadas”.

Según la exviceministra, esto también se debe a que persiste la idea del amor romántico y se sigue encasillando a las mujeres en los roles de esposa y madre. “Estos patrones culturales legitiman este tipo de vulneración de derechos”, sostiene.

El estudio, publicado en octubre de 2023, señaló que la provincia con más niñas y adolescentes pobres y con el mayor porcentaje de mujeres que se casaron o unieron antes de los 18 años es Morona Santiago, en la región Amazónica. Sin embargo, Guayas, Pichincha, Manabí, Chimborazo y Esmeraldas también presentan altos porcentajes.

Niñas son obligadas a casarse en Ecuador.CORTESÍA

Las niñas como transacción

Rosero explica que uno de los factores más importantes para perpetuar las uniones precoces es la pobreza. “En comunidades indígenas y de la Amazonía aún existen padres que entregan a sus hijas por 4.000 o 5.000 dólares. Dentro de este contexto, está la naturalización de la servidumbre de las mujeres. Son los mismos padres los que hacen este tipo de transacciones para conseguir recursos”.

Recuerda un caso en La Concepción, una comunidad en la que una mujer que no tiene novio, marido o hijos es mal vista. “Aunque en los últimos años las cosas han cambiado. Las chicas ahora tienen más información y saben que esto no es natural, ni normal, ni deseable”, explica.

Esta práctica lleva muchos años. “Yo tengo un caso muy cercano. Ella fue vendida, pero ha roto este patrón. Ahora tiene a sus hijas en la universidad y es muy crítica de su madre”, relata. Era una jovencita expuesta al maltrato de una familia de la que escapó para salvarse.

“Son condiciones graves de un cúmulo de violencias que comienzan por la pobreza, la naturalización de la violencia en los hogares y que se reproduce intergeneracionalmente”.

Para Sybel Martínez, activista de derechos y expresidenta de la Junta de Protección de Derechos de la Niñez y Adolescencia, otro escenario es que las adolescentes buscan irse del hogar empobrecido para “dejar de ser una carga”. “Las niñas se sienten una carga y están dispuestas a unirse, principalmente a hombres mayores que ellas. La unión entre adolescentes es la excepción”, asevera.

Puntualiza también que este fenómeno no solo se presenta en el ámbito rural, sino también en el urbano. “En los barrios se pueden ver estos casos. Hay que desmitificar la idea de que esto solo sucede en el ámbito rural. Tenemos una sociedad incluso incestuosa”, expone.

Las consecuencias de las uniones tempranas

Al ser estas prácticas normalizadas, se transmiten por generaciones. Según las activistas, esto tiene como consecuencia la deserción escolar y, por ende, la reproducción de la pobreza.

“Una niña que no pudo estudiar, después no puede acceder a un trabajo bien remunerado. O depende de su pareja o tiene empleos mal pagados. No tiene una carrera”, advierte Rosero.

El estudio de UNFPA también apunta a que, a mayor acceso a la educación, existe un menor porcentaje de mujeres que se casaron antes de los 18 años. Además, a mayor ingreso económico, es menos probable que una mujer se case o se junte con una pareja antes de la mayoría de edad. Es un círculo que también empobrece a los niños que nacen de estas mujeres.

Se establece, además, que “pertenecer a un hogar cuyo jefe no tiene ningún nivel educativo quintuplica las posibilidades de que una niña o adolescente sea pobre, en comparación con un hogar cuyo jefe sí tiene instrucción superior”. Estas familias tienen menos posibilidades de ascender socialmente.

“La deserción escolar es del 10 %. No se sabe cuántos de esos casos son por embarazos. Con las uniones tempranas, simplemente se desvanece el proyecto de vida de las niñas”, lamenta Martínez.

Al no conocer otra realidad, muchas de estas jóvenes se quedan en hogares en los que también se reproducen ambientes violentos. “Incluso tengo una comadre que se quedó. Ella vive esa realidad. No todas pueden salir”, dice Rosero.

Entornos violentos

Sybel Martínez es enérgica al apuntar que existe abuso sexual en estos casos. “Hay que decir que lo que sucede con niñas menores de 14 años son violaciones. No existe consentimiento”.

También explica que si hay consentimiento en menores de 18 años, este está viciado, es decir existe un grado de aprovechamiento por parte de la pareja, que generalmente suele ser mayor. “Estuve cerca de un caso en el que una niña fue violada por su padrastro de manera reiterada y no tuvo protección de su madre. Terminó en una casa de acogida”.

Si bien las activistas apuntan a la pobreza, la falta de educación y la cultura que normaliza estas prácticas, también está la falta de protección tanto por parte de los padres o tutores como de las instituciones estatales, como el Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud. “No reportan, aunque tengan la obligación de hacerlo. Eso perpetúa la impunidad”, indica Martínez.

En el caso de Martha, con quien empezamos esta nota, fue su marido quien la eligió como su pareja y se la llevó a su casa, donde vivía con sus hermanas y madre cuando ella tenía 13 años. En un incidente durante las fiestas del recinto, su pareja falleció. Ella quedó al cuidado de sus cuñadas. Regresar con su madre no era una opción.