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Mario Muriel mostró la carta que le dejó su nieta. El regalo sería una sorpresa para él.Karina Defas

¡‘Dibujó’ su muerte en un cuaderno!

El cuaderno de Dana Muriel estaba guardado en un viejo cajón de un desgastado mueble de madera café. Las hojas blancas se llenaban de dibujos multicolores, donde el azul dominaba en cada intento que la niña hacía por reproducir su realidad.

Pero una imagen llamó la atención de Jazmín Muriel, madre de la infante, después de que su hija cayera al río Oyacachi, en El Chaco, provincia de Napo. Luego de la tragedia del 15 de junio, en la que perecieron nueve niños y un adulto, la progenitora miró nuevamente aquel garabato de su ser querido.

Dana se dibujó a sí misma en el fondo del agua. Ella era una sirena y sobre el mar que plasmó en la hoja brillaba un sonriente sol escondido tras un cielo azulado. Para Jazmín, esa fue una premonición que la estudiante sacó de su imaginación.

Días antes de que la camioneta se precipitara de un puente de la localidad, Muriel dejó impregnada aquella fantasía que se convirtió en una lamentable realidad. Desde esa fecha hasta el pasado lunes se encontraron a cuatro niños y al conductor.

“Le encantaba dibujar. Cuando vi eso, me inquieté mucho”, dijo la familiar al referirse a esa representación. La menor de edad tenía siempre a la mano crayones, pinturas, acuarelas o cualquier elemento de donde pudiera sacar color.

Un día, Dana tomó el pintalabios de su madre para hacer un corazón y una cruz en la puerta del domicilio, ubicado en la entrada a El Chaco. Ella reprendió a su hija, pero ahora es el dibujo más atesorado. Cuando la mujer, de 25 años, pasa por allí toca la figura descolorida y se lleva su mano al pecho. Cierra sus ojos y le dedica un silencio desgarrador.

El drama del que espera

Han pasado dos meses y medio de tortuosa búsqueda para los Muriel. Mario, abuelo de Dana y padre de Jazmín fue militar y se delata vistiendo su viejo uniforme de camuflaje.

En las tareas de localización, él empuña su machete de filo oxidado y lleva un casco para manejar bicicleta. Se desmorona cuando coge las tarjetas que su nieta le hacía.

“Eres el mejor papá del mundo. Te quiero mucho”, era la frase que la alumna le dedicó antes de morir. El llanto transformaba a Mario en un niño desconsolado. “Era mi tesoro”, confesó el ‘papibuelo’, como le decía con cariño la infante desaparecida.

La familia tenía la esperanza de que entre los tres niños encontrados, entre el domingo 4 y lunes 5 de septiembre, en El Salado, estuviera la pequeña perdida. Sin embargo, ella no era una de las víctimas localizadas.

Las identidades de los hallados fueron solamente confirmadas por el presentimiento de sus padres. Los cuerpos pertenecerían a Yamilé Erazo, Diana Chiquimba y Arón Castro.

“No sabemos si realmente serán ellos, porque estaban muy descompuestos. Se harán pruebas de ADN para conocer sus identidades”, dijo Mario, dentro de la casa donde vivía Dana con su madre.

Las muñecas estaban donde las dejó su dueña. Jazmín guardó otros juguetes en sus cajas, como si tuviera la esperanza de que su hija volvería para entretenerse con ellos. (MAG)