“Mi niña se fue sin nuestro adiós”

Anny Bazán, Guayaquil
Casi seis meses han pasado y el dolor por la muerte de su nieta, de siete años, sigue intacto. ‘María’ no encuentra consuelo ya que, según ella, “el injusto encierro” no permitió darle el último adiós a su “hija consentida”.
Sus pensamientos siempre estuvieron con su “nietecita” y, una vez libre, su deseo es ir a su tumba y descargar sus lágrimas sobre su sepulcro, quizás consolándose con los recuerdos de la niña que era “la luz de sus ojos”.
“Durante cinco meses y veinte días que permanecimos en la cárcel, fuimos objeto de vejaciones y maltrato. Apenas llegamos a mi hija le patearon la cabeza y le dieron con un palo de escoba”, manifestó llorando María.