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¿Somos (micro)machistas?
Probablemente presentaste a una amiga como la pareja de alguien antes que por su profesión. O tal vez aún consideras lo más justo que ellas paguen menos para entrar a una discoteca... ¿Sí? Pues ahora te explicaremos por qué esas son formas de discrimin

El jueves 8 de marzo de 2018, Guayaquil se tiñó de violeta. El Cepam organizó un plantón que llevó el color internacional de la igualdad hasta la plaza San Francisco para celebrar el Día de La Mujer.
Las acciones discriminatorias vienen en forma de pregunta: “Y tú, ¿para cuándo?” o camufladas de ‘beneficio económico’: “Ellas no pagan; ellas pagan la mitad”. También como ‘advertencia’: “Una dama jamás debe comportarse de ese modo”.
Escenas como esas son comunes. Se infiltran en nuestra rutina: en reuniones familiares, en salidas con amistades, en el lugar de trabajo... Y en cada una se está perpetuando la desigualdad.
Y es que como publica diario El País nos han formado para criticar y denunciar el machismo; sin embargo, aún caemos en algunas de sus trampas “sin darnos cuenta”.
Esas “trampas” —en las que caen tanto hombres como mujeres— constituyen el micromachismo; algo que la escritora y dibujante Maria Murnau describe en su portal Feminista Ilustrada como acciones tan sutiles que pueden pasar inadvertidas.
No obstante, estas reflejan y prolongan “actitudes machistas y la desigualdad de las mujeres respecto a los hombres”, continúa la publicación.
¿Y si lo soy yo también?
¿Alguna vez has sugerido a una mujer que se arregle más o que está demasiado arreglada? El 72 % de los lectores de Diario Extra aseguró haberlo hecho —al ser consultados vía redes sociales— mientras el 28 % lo negó.
Spoiler alert: si lo hiciste, quizá quieras reflexionar un poco al respecto, pues sí, es micromachismo. Y los ejemplos que siguen también lo son.
“Para cuándo el matrimonio?”
Un clásico: Atribuir el malestar o mal humor de una mujer a su periodo menstrual... o a sus hormonas.
Llamar a tu amigo “niñera” por cuidar a sus hijos o felicitarlo por “ayudar” a la madre.
Creer —erróneamente— que los hombres son los únicos que deben recibir la cuenta en un restaurante.
Criticar a tu hermana, novia, amiga o conocida por lucir “poco femenina”.
Otro clásico: regalar ropa color rosa únicamente a las niñas y azul a niños.
“Si sonrieras, te verías más bonita”.
Dejar todas las tareas domésticas a tu pareja “porque no sabes cómo hacerlo”.
Incomodarse si ella que gana más dinero que tú.
Priorizar el placer propio en la cama y no preocuparte por el de tu compañera.